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Hechos 12:21 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

21 Herodes les concedió audiencia y el día señalado se vistió sus mantos reales, se sentó en el trono y pronunció un discurso ante ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 y así se les concedió una cita con Herodes. Cuando llegó el día, Herodes se puso sus vestiduras reales, se sentó en su trono y les dio un discurso.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 El día señalado, Herodes, vestido con el manto real, se sentó en la tribuna y les dirigió la palabra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropa regia y sentado en el tribunal, los arengaba.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 En el día prefijado, Herodes, ataviado con la vestidura real y sentado en su trono, los estaba arengando.

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Hechos 12:21
10 Tagairtí Cros  

Entretanto, todos los profetas seguían dando sus profecías delante de los dos reyes, que estaban con sus vestiduras reales, sentados en los tronos colocados en la era junto a la puerta de la ciudad.


Está cercado de terrores, y si tiene días buenos, pronto se le desvanecen.


Primero viene el orgullo y luego el fracaso; primero la humildad y luego los honores.


Ya el infierno se relame esperando a Jerusalén, como si fuera delicioso bocado. Devorados serán los grandes y pequeños de ella, así como sus ebrias multitudes.


De ahora en adelante, en lo que respecta a nosotros, más bien afirmaremos que los soberbios son dichosos. Porque es evidente que los que hacen el mal son los que prosperan y los que viven sin seguir las instrucciones de Dios salen bien librados de cualquier situación”».


Mientras Pilato presidía el tribunal, le llegó el siguiente mensaje de su esposa: «No te metas con ese hombre, porque anoche tuve una horrible pesadilla por culpa suya».


Una delegación de Tiro y Sidón fue a verlo a Cesarea. Herodes estaba enojado con los habitantes de esas dos ciudades, pero los miembros de la delegación se compraron la amistad de Blasto, el secretario del rey, y solicitaron la paz, porque sus ciudades dependían económicamente del comercio con el territorio de Herodes.


La gente gritaba: «¡Ha hablado un dios, no un hombre!».


Cinco días después, llegó el jefe de los sacerdotes, Ananías, acompañado de algunos de los ancianos y de un abogado llamado Tértulo. Ellos fueron ante el gobernador para acusar a Pablo.


Al día siguiente, Agripa y Berenice llegaron a la sala de audiencia en medio de gran pompa. Los acompañaban oficiales del ejército y hombres importantes de la ciudad. Festo ordenó que le trajeran a Pablo,


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