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Hechos 10:30 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

30 ―Hace cuatro días —contestó Cornelio—, mientras oraba en la tarde como es mi costumbre, se me presentó de pronto un hombre vestido con un manto resplandeciente.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Cornelio contestó: —Hace cuatro días, yo estaba orando en mi casa como a esta misma hora, las tres de la tarde. De repente, un hombre con ropa resplandeciente se paró delante de mí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Cornelio respondió: 'Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo orando en mi casa, cuando se presentó delante de mí un hombre con ropas muy brillantes, que me dijo:'

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Y Cornelio dijo: Hace cuatro días estaba° orando en mi casa, a esta hora, la novena, y he aquí un varón con vestidura resplandeciente se puso delante de mí,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Díjole Cornelio: 'Hace cuatro días a esta misma hora me encontraba haciendo la oración de nona en mi casa, cuando un hombre, con radiantes vestidos, se puso delante de mí

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Hechos 10:30
16 Tagairtí Cros  

Oraré de mañana, al medio día y de noche, suplicándole a Dios; él escuchará.


Luego me dijo: “No tengas miedo, Daniel, pues desde el primer día en que trataste de comprender las cosas difíciles y te mostraste humilde ante tu Dios, él te escuchó. Por eso estoy aquí, como respuesta a tus oraciones.


Tenía el aspecto de un relámpago; y sus vestiduras eran blancas como la nieve.


Él les dijo: ―No se asusten. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron.


Estaban confundidas, pues no sabían qué había pasado. Mientras tanto, vieron a dos hombres vestidos con ropas brillantes, de pie junto a ellas.


Los discípulos seguían con la mirada fija viendo cómo se perdía en las alturas, y en eso, dos varones vestidos de blanco se pusieron junto a ellos.


Entonces le contaron cómo a Cornelio, oficial del ejército romano, hombre bueno y piadoso, de buena reputación entre los judíos, un ángel le había ordenado que mandara a buscar a Pedro para que le dijera lo que Dios quería de él.


Por eso vine tan pronto como llegaron a buscarme. Díganme, pues, qué desean.


Un día tuvo una visión. Eran aproximadamente las tres de la tarde. En la visión vio a un ángel de Dios que se le acercaba. ―¡Cornelio! —le dijo el ángel.


“Cornelio”, me dijo, “Dios ha tomado en cuenta tus oraciones y tus limosnas.


En cierta ocasión, Pedro y Juan fueron al templo a orar. Era como a las tres de la tarde.


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