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Hebreos 13:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

12 Así también Jesús sufrió fuera de la puerta de la ciudad, para que por medio de su sangre el pueblo fuera santo.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 De igual manera, Jesús sufrió y murió fuera de las puertas de la ciudad para hacer santo a su pueblo mediante su propia sangre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Por eso mismo también Jesús salió de la ciudad santa para sufrir su pasión y purificar al pueblo con su propia sangre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo por su propia sangre, padeció fuera de la puerta.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Por eso, también Jesús, para consagrar al pueblo con su propia sangre, padeció fuera de la puerta de la ciudad.

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Hebreos 13:12
18 Tagairtí Cros  

Entonces llevaron al joven fuera del campamento y lo apedrearon hasta que murió, tal como el Señor le había ordenado a Moisés.


Entonces lo llevaron fuera del campamento y le dieron muerte de la manera que el Señor lo había ordenado.


se levantaron y lo echaron fuera del pueblo. Lo llevaron a lo alto de la colina sobre la que estaba construido el pueblo, para arrojarlo desde allí,


Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.


Pero uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y en ese momento le salió sangre y agua.


Los testigos oficiales se quitaron la ropa, la pusieron a los pies de un joven llamado Saulo, y también apedrearon a Esteban hasta matarlo.


Varios de ustedes merecían antes estos calificativos, pero ya el Señor les lavó sus pecados, los santificó y los justificó en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.


para hacerla santa y la purificó lavándola con agua por medio de la Palabra.


Y como Jesucristo hizo la voluntad de Dios al sacrificar su propio cuerpo, una sola vez y para siempre, por eso nosotros somos santificados.


¿No piensan ustedes que merece un mayor castigo el que haya pisoteado al Hijo de Dios?, ¿el que haya despreciado la sangre del pacto por la cual había sido santificado y que haya insultado así al Espíritu de gracia?


Tanto Jesús, que nos santifica, como nosotros, que somos los santificados, tenemos un mismo origen. Por ello, Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos,


Josué y todos los israelitas tomaron a Acán, la plata, el manto; el oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus burros, sus ovejas, la tienda y todo lo que él tenía, y lo llevaron al valle de Acor.


Y exprimieron las uvas en un lugar que está fuera de la ciudad, y de ese lugar brotó un río de sangre de trescientos kilómetros de extensión, en el que un caballo podía sumergirse hasta las bridas.


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