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Génesis 43:18 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

18 Ellos se asustaron mucho cuando vieron hacia dónde los llevaban. ―Es por causa del dinero que encontramos en nuestros costales —se decían—. Aquel hombre quiere acusarnos de que le hemos robado, para apoderarse de nosotros y de nuestros animales, y nos hará sus esclavos.

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Biblia Reina Valera 1960

18 Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Los hermanos estaban aterrados al ver que los llevaban a la casa de José, y decían: «Es por el dinero que alguien puso en nuestros costales la última vez que estuvimos aquí. Él piensa hacer como que nosotros lo robamos. Luego nos apresará, nos hará esclavos y se llevará nuestros burros».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Ellos se asustaron porque los llevaban a la casa de José, y comentaban entre sí: 'Seguramente nos traen aquí a causa del dinero que nos fue devuelto la primera vez. Nos están preparando una trampa y nos van a asaltar; nos tomarán como esclavos y se apoderarán de nuestros burros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Los hombres tuvieron temor cuando se vieron conducidos a casa de José, pues decían: Por el asunto de la plata que fue devuelta en nuestros costales la vez primera somos traídos acá, para atacarnos y abalanzarse sobre nosotros y tomarnos como esclavos a nosotros y a nuestros asnos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Al ser introducidos en casa de José, tuvieron miedo, y se decían: 'A causa del dinero devuelto en nuestros sacos la otra vez se nos conduce aquí, para arrojarse sobre nosotros, caer sobre nosotros, tomarnos como esclavos y quedarse con nuestros asnos'.

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Génesis 43:18
20 Tagairtí Cros  

Luego se pusieron a conversar entre ellos y decían: ―Esto nos ha ocurrido como consecuencia de lo que le hicimos a José en nuestra juventud. Vimos el terror y la angustia suya y oímos sus ruegos, pero no le hicimos caso.


Cuando se detuvieron para pasar la noche, uno de ellos abrió su costal para sacar grano, para dar de comer a sus animales y, ¡encontró el dinero dentro del costal!


―¡Miren! —le dijo a sus hermanos—, ¡el dinero que yo pagué está en mi costal! Quedaron todos llenos de terror. Temblando se decían unos a otros: ―¿Qué es lo que Dios nos ha hecho?


A medida que vaciaban los costales, iban descubriendo que dentro de cada uno estaba el dinero que habían pagado por el trigo. El terror se apoderó de todos ellos y también de su padre.


El hombre hizo lo que se le mandó y llevó a los hijos de Israel al palacio de José.


Cuando llegaron a la entrada del palacio, le hablaron al mayordomo de la casa de José y le dijeron:


Nosotros devolvimos el dinero que encontramos en nuestros costales. ¿Por qué habríamos de robar plata u oro de la casa de su amo?


Está cercado de terrores, y si tiene días buenos, pronto se le desvanecen.


Vienen contra mí de todos lados. Se lanzan sobre mí cuando estoy caído.


Pero pronto un inaudito terror les sobrevendrá. Dios esparcirá los huesos de esos enemigos suyos. Están condenados, porque Dios los ha rechazado.


Pero qué difícil es entender eso: la prosperidad de los malvados.


Sin embargo, cuando a la corte real llegó la noticia, «Siria está aliada con Israel contra nosotros», el corazón del rey y de su pueblo tembló de miedo como las hojas del bosque se estremecen bajo la tormenta.


Entoces los otros superintendentes y gobernadores comenzaron a buscar alguna falla en la forma en que Daniel manejaba los asuntos del gobierno para así denunciarlo al rey. Pero no podían encontrar nada digno de crítica en él. Era fiel y honesto, y muy responsable.


Pero Herodes reiteró: «Él es Juan, a quien yo decapité, que ha vuelto a la vida».


Pero el pecado usó aquella ley que condena la codicia para despertar en mí toda clase de malos deseos. Si no hubiera ninguna ley que transgredir, nadie pecaría.


la acusa de haber tenido antes relaciones con otro hombre,


y la calumnia diciendo que no era virgen cuando se casó. Pero aquí está la prueba de su virginidad”. Entonces extenderá la sábana delante de los jueces,


―Moriremos —lloraba Manoa junto a su esposa—. Hemos visto a Dios.


El padre y la madre no comprendieron que el Señor estaba tras aquella petición, porque estaba preparando una trampa a los filisteos que en aquel tiempo dominaban a Israel.


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