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Génesis 37:9 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

9 Luego tuvo otro sueño, y también se lo contó a sus hermanos: ―Oigan mi segundo sueño —les dijo—. Soñé que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Al poco tiempo José tuvo otro sueño y de nuevo se lo contó a sus hermanos. —Escuchen, tuve otro sueño —les dijo—. ¡El sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Tuvo José todavía otro sueño, y también se lo contó a sus hermanos: 'Tuve otro sueño; esta vez el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y soñó aun otro sueño, y lo refirió a sus hermanos, y dijo: Mirad, he soñado otro sueño, y he aquí el sol, la luna y once estrellas se postraban ante mí.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Tuvo otro sueño y se lo contó también a sus hermanos. Les dijo: 'He tenido otro sueño: el sol, la luna y once estrellas se inclinaban delante de mí'.

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Génesis 37:9
19 Tagairtí Cros  

Pero esa noche Dios se le apareció a Abimélec en sueños, y le dijo: ―Eres hombre muerto, porque la mujer que tomaste tiene marido.


Esta vez José le contó el sueño también a su padre, después de habérselo contado a sus hermanos. Su padre lo reprendió: ―¿Qué es esto que has soñado? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos vamos a inclinarnos delante de ti?


Soñé que todos nosotros estábamos en el campo atando manojos de trigo. Mi manojo se mantuvo derecho, mientras que los de ustedes se reunieron alrededor del mío y le hicieron reverencias.


―¿Quiere decir que vas a ser nuestro rey? —se burlaron—, y lo odiaron aún más por el sueño y porque creían que él se jactaba de ser superior a ellos.


Entonces José le dijo al faraón: ―Ambos son un solo sueño. Dios le ha dicho lo que hará en la tierra de Egipto.


El haber tenido dos veces el sueño indica que con toda seguridad esto ocurrirá, porque Dios lo ha determinado, y así va a ocurrir pronto.


Y como José era el gobernador de todo Egipto y estaba a cargo de la venta del trigo, sus hermanos llegaron y, en señal de respeto, se inclinaron delante de él, hasta tocar el suelo con la frente.


Cuando José llegó le entregaron los regalos, y se inclinaron delante de él, en señal de respeto.


―Sí —respondieron ellos—. Vive y goza de buena salud. Entonces volvieron a inclinarse delante de José.


José todavía estaba en su casa cuando Judá y sus hermanos regresaron. Al llegar, se inclinaron delante de José.


Señor, usted nos preguntó si teníamos un padre y si teníamos hermanos.


Dense prisa en volver a mi padre y díganle: “Tu hijo José dice: ‘Dios me ha puesto por jefe de toda la tierra de Egipto. Ven hasta donde yo estoy inmediatamente.


José pidió que le prepararan su carro, y fue hasta allá, para ver a su padre. Cuando se encontraron se abrazaron y lloraron largo rato.


José les proporcionó alimentos, según el número de los miembros de la familia.


Creció hasta alcanzar a los ejércitos celestiales y derribó parte del ejército celestial y de las estrellas, y las pisoteó.


El Señor les dijo: ―Hasta con un profeta me comunicaría con visiones y sueños;


para que nadie pueda reprocharles nada y sean hijos de Dios sin culpa en medio de gente mala y perversa. Entre esa gente ustedes brillan como estrellas en el firmamento.


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