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Génesis 31:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Entonces el Señor le habló a Jacob y le dijo: «Regresa a la tierra de tus padres y de tus parientes, y yo estaré contigo».

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

3 También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Entonces el Señor le dijo a Jacob: «Regresa a la tierra de tu padre y de tu abuelo, y a tus parientes de allí y yo estaré contigo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Entonces Yavé dijo a Jacob: 'Regresa a tu patria, a la tierra de tus padres, pues yo estaré contigo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Entonces YHVH dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres y a tu parentela, y Yo estaré contigo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Yahveh dijo entonces a Jacob: 'Vuelve a la tierra de tus padres y a tu parentela. Yo estaré contigo'.

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Génesis 31:3
26 Tagairtí Cros  

Por este tiempo, el rey Abimélec, acompañado de Ficol, el comandante de sus tropas, fue a donde estaba Abraham y le dijo: ―Es evidente que Dios te bendice y te ayuda en todo lo que emprendes.


Esa noche, el Señor se le apareció y le dijo: «Yo soy el Dios de Abraham, tu padre. No temas, porque estoy contigo. Por amor a Abraham, mi siervo, te bendeciré y haré que tu descendencia sea muy numerosa».


En el sueño también vio que el Señor estaba parado junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tus descendientes les voy a dar esta tierra en la que estás acostado.


Además, estaré contigo y te protegeré dondequiera que vayas, y te traeré de nuevo sano y salvo a esta tierra. ¡Jamás te abandonaré sin haberte cumplido mis promesas!».


Que Dios te dé a ti, y también a tu descendencia, las grandes bendiciones prometidas a Abraham. Que te dé la posesión de esta tierra en que ahora somos extranjeros, porque Dios se la prometió a Abraham.


Poco después de que José nació, Jacob le dijo a Labán:


Pronto Jacob percibió un considerable cambio en la actitud de Labán hacia él.


Un día Jacob mandó a buscar a Raquel y a Lea para que fueran a verlo al campo donde estaba con sus rebaños, pues quería hablar de esto con ellas. Jacob les dijo:


Mira, no soy digno de recibir la más pequeña de las misericordias que me has mostrado una y otra vez, conforme a tu promesa. Cuando salí de mi hogar y crucé el río Jordán, la única posesión que tenía era mi bastón; pero ahora necesito dos campamentos para guardar todo lo que tengo.


Ahora poseo bueyes, burros, ovejas y muchos esclavos y esclavas. He enviado estos mensajeros para que te den la noticia de que regreso, con la esperanza de que tengamos un encuentro amistoso».


Entonces Jacob oró: «Señor, Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac, tú me dijiste que regresara a la tierra de mis padres y que estarías conmigo para que me fuera bien.


Dios le dijo a Jacob: «Regresa a Betel y quédate allí. Al llegar construirás un altar para adorar al Dios que se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú».


Además les dijo: «Nos vamos a Betel. Allí voy a construir un altar al Dios que respondió a mis oraciones en el día en que estaba angustiado, y me acompañó en todo el viaje».


Y dijo José a sus hermanos: «Muy pronto moriré. Pero Dios ciertamente vendrá y los sacará de la tierra de Egipto, para hacerlos regresar a la tierra que él prometió a la descendencia de Abraham, Isaac, y Jacob».


Dios es nuestro amparo y nuestra fuerza, nuestra pronta ayuda en tiempos de tribulación.


Confía en mí en tus tribulaciones para que yo te libre y puedas darme la gloria.


Hemos sufrido días y años; ¡devuélvenos ahora esos días y años en alegría!


―Ciertamente estaré contigo —le dijo Dios—, y esta es la demostración de que yo soy el que te envío: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, tú y el pueblo me adorarán sobre esta montaña.


No temas, pues yo estoy contigo, no te desanimes. Yo soy tu Dios, yo te fortaleceré, yo te ayudaré, yo te sostendré con mi triunfante mano diestra.


No amen el dinero. Estén contentos con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré».


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