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Gálatas 2:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

7-9 Más aún, Pedro, Jacobo y Juan, indiscutibles columnas de la iglesia, reconocieron que Dios me había usado para ser apóstol entre los gentiles, de la misma manera que había usado a Pedro para predicarles a los judíos (después de todo, fue el mismo Dios el que nos capacitó). Y así, nos dieron la mano, a Bernabé y a mí, en señal de compañerismo, y nos exhortaron a continuar nuestras labores entre los gentiles mientras ellos continuaban la suya entre los judíos.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Al contrario, ellos comprendieron que Dios me había dado la responsabilidad de predicar el evangelio a los gentiles tal como le había dado a Pedro la responsabilidad de predicar a los judíos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Por el contrario, reconocieron que a mí me había sido encomendada la evangelización de los pueblos paganos, lo mismo que a Pedro le había sido encargada la evangelización de los judíos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Al contrario, viendo que me había sido confiado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Al contrario, viendo que se me había confiado a mí la evangelización de los no circuncidados, como a Pedro la de los circuncisos

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Gálatas 2:7
20 Tagairtí Cros  

Allí mismo terminaron las discusiones, y todo el mundo prestó atención a las palabras de Bernabé y de Pablo que relataban los milagros que Dios había realizado a través de ellos entre los gentiles.


Pero cuando los judíos se le enfrentaron y blasfemaron, se sacudió sus ropas y les dijo: ―Que su sangre caiga sobre las cabezas de ustedes. Yo he cumplido ya con mi deber. De ahora en adelante me iré a predicar entre los gentiles.


»Quiero que sepan que esta salvación de Dios se ha enviado a los que no son judíos, y ellos sí escucharán».


―Ve y haz lo que te digo —le respondió el Señor—. Yo lo he escogido para que pregone mi nombre tanto entre las naciones, delante de reyes, como al pueblo de Israel.


Por medio de Cristo, Dios derramó su gracia sobre nosotros y luego nos envió a todas las naciones, para que estas sean obedientes a la fe por amor a Cristo.


Como ustedes saben, Dios me envió a ustedes los gentiles y yo honro este servicio. Por ello les predico a ustedes, gentiles,


Si lo hiciera por voluntad propia, recompensa tendría del Señor; pero ese no es el caso, porque Dios me escogió y me dio esta sagrada encomienda.


revelarme a su Hijo, para que fuera a predicarlo entre los gentiles, no fui inmediatamente a consultar con nadie,


Tres años más tarde fui a Jerusalén a hablar con Pedro y estuve con él quince días.


Me ha sorprendido que tan pronto se estén apartando ustedes de Dios, quien les llamó y mostró su amor por medio de Cristo. Ahora han adoptado otro evangelio.


Pero cuando después me encontré con Pedro en Antioquía, me opuse a él en público, y le critiqué fuertemente algo que estaba haciendo.


Ante ello, y comprendiendo que no estaban actuando rectamente, conforme a la integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de los demás: «Tú, que eres judío, has estado portándote como si no lo fueras. ¿A qué viene ahora que, de pronto, te pongas a decirles a estos gentiles que deben vivir como si fueran judíos?


Al contrario, hablamos porque Dios nos aprobó y confió en nosotros para anunciar el evangelio. Nosotros no tratamos de agradar a la gente sino a Dios, que es el que conoce nuestro corazón.


del glorioso evangelio que el bendito Dios me ha confiado.


Y digo la verdad, sin mentir: he sido puesto como predicador y apóstol para enseñar esta verdad a los gentiles.


Dios me nombró apóstol suyo, con la tarea de predicar y enseñar ese mensaje.


Recuerden que si no ha venido todavía es porque nos está concediendo tiempo para nuestra salvación. Nuestro sabio y amado hermano Pablo ya les ha hablado de esto en muchas de sus cartas. Algunos de sus comentarios no son fáciles de entender. Por eso, los ignorantes y los inconstantes tuercen su significado (así como también el de otros pasajes de las Escrituras) con lo que se labran su propia destrucción.


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