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Filipenses 1:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

7 Está bien que yo piense así de todos ustedes, porque los llevo en el corazón. Ya sea que yo esté preso o defendiendo y confirmando el evangelio, todos ustedes participan conmigo del amor que Dios me ha dado.

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Biblia Reina Valera 1960

7 como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Está bien que sienta estas cosas por todos ustedes, porque ocupan un lugar especial en mi corazón. Participan conmigo del favor especial de Dios, tanto en mi prisión como al defender y confirmar la verdad de la Buena Noticia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 No puedo pensar de otra manera, pues los llevo a todos en mi corazón; ya esté en la cárcel o tenga que defender y promover el Evangelio, todos están conmigo y participan de la misma gracia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Y me es justo sentir esto acerca de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón, pues tanto en mis prisiones° como en la defensa y consolidación del evangelio, todos vosotros sois° copartícipes de mi gracia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Y es justo, en efecto, que yo tenga estos sentimientos con respecto a todos vosotros, porque os llevo en mi corazón, partícipes como sois todos vosotros de mi gracia, tanto en mis cadenas como en la defensa y consolidación del evangelio.

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Filipenses 1:7
34 Tagairtí Cros  

pero el Espíritu Santo me ha estado repitiendo en cada ciudad que me esperan prisiones y sufrimientos.


El jefe de la guarnición arrestó al apóstol y ordenó que lo ataran con dos cadenas. Luego preguntó quién era y qué había hecho.


El amor disculpa todos los errores, siempre confía en la persona amada, espera de ella lo mejor y todo lo soporta.


Hago todo esto por amor al evangelio, para participar de sus frutos.


Nuestra mejor carta son ustedes mismos. Esa carta está escrita en nuestro corazón y todo el mundo la conoce.


No digo esto para echarles en cara nada. Como ya les dije, tienen un lugar muy especial en mi corazón y vivo y moriré con ustedes.


Estando unidos a Cristo Jesús no cuenta nada si estamos circuncidados o no. Nos basta la fe que actúa a través del amor.


Por esta razón yo, Pablo, que estoy en la cárcel por la causa de Cristo Jesús, es decir, por buscar el bien de ustedes los que no son judíos, me arrodillo en oración.


Yo, pues, que estoy prisionero por servir al Señor, les ruego con todo cariño que se comporten como es digno de los que han sido llamados por Dios.


Dios me ha enviado como su representante para predicar este mensaje, y precisamente por eso ahora estoy preso. Oren para que lo anuncie sin temor alguno, pues ese es mi deber.


Hermanos, quiero que sepan que lo que me ha pasado ha ayudado a anunciar el evangelio.


Toda la guardia del palacio y todos los demás saben que estoy encadenado por causa de Cristo.


Y al ver que estoy preso, la mayoría de los hermanos se ha atrevido, ahora más que nunca, a anunciar sin temor la palabra de Dios, confiando en el Señor.


porque ustedes se han solidarizado con el evangelio desde el primer día hasta ahora.


Pero ustedes ya conocen la buena conducta de Timoteo. Él, como un hijo junto a su padre, ha trabajado conmigo en anunciar el evangelio.


Sin embargo, han hecho bien al compartir conmigo mis dificultades.


Como ustedes, filipenses, bien saben, al principio, cuando salí de Macedonia y comencé a anunciar el evangelio, ninguna iglesia me ayudó en mis ingresos y gastos, excepto ustedes.


Y a ti, mi fiel compañero, te pido que ayudes a estas mujeres. Porque han luchado a mi lado junto con Clemente y mis demás ayudantes en la obra del evangelio. Sus nombres ya están en el libro de la vida.


Y aquí va un saludo de mi puño y letra: Recuerden que estoy preso. Que Dios los llene de su amor.


Oren también para que Dios nos conceda muchas oportunidades de proclamar el mensaje, pues por ello estoy preso.


Todos ustedes son hijos de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad.


Así que no te avergüences de hablar de nuestro Señor, ni de mí, que estoy preso por la causa de Cristo. Al contrario, debes ser capaz de sufrir por el evangelio, pues Dios te dará fuerzas.


por predicarlo sufro penalidades y me tienen en la cárcel como a un criminal. Pero la Palabra de Dios no está presa.


Hubiera querido retenerlo conmigo en esta prisión en la que estoy por predicar el evangelio, pues así me habría ayudado en lugar tuyo.


Por lo tanto, hermanos míos, a quienes Dios ha apartado para sí y que participan en el mismo llamado de la salvación, piensen ahora en Jesús, apóstol y sumo sacerdote de nuestra fe.


Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también se alegren muchísimo cuando se muestre la gloria de Cristo.


Les ruego a los ancianos, yo, que también soy anciano como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo, y que tendré junto con ellos parte en la gloria de Cristo,


El Señor Jesucristo me ha revelado que mis días en este mundo están contados y que pronto he de partir; por ello, mientras viva, es mi obligación hacerles recordatorios como estos,


Si amamos a los demás hermanos, hemos pasado de la muerte a la vida. El que no ama a los demás está muerto.


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