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Ezequiel 1:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 fue cuando empecé a recibir visiones y mensajes de parte del Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

3 vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 (El Señor le dio este mensaje al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, junto al río Quebar, en la tierra de los babilonios; y él sintió que la mano del Señor se apoderó de él).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 el sacerdote Ezequiel ben Buzi tuvo revelación expresa de YHVH en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar. Allí estuvo sobre mí la mano de YHVH,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 la palabra de Yahveh le fue dirigida a Ezequiel, hijo de Buzí, sacerdote, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar, y allí se dejó sentir sobre él la mano de Yahveh.

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Ezequiel 1:3
23 Tagairtí Cros  

Elías, por su parte, se amarró el manto con el cinturón, y echó a correr hacia Jezrel, y llegó primero que Acab, pues el Señor, con su poder, fortaleció a Elías para que pudiera correr.


Trae a alguien que pueda tocar el arpa. Y mientras el músico tocaba el arpa, le llegó el mensaje del Señor a Eliseo.


Llorando nos sentábamos junto a los ríos de Babilonia pensando en Sion.


Recibió el primero de los mensajes de parte de Dios en el año trece del reinado de Josías, hijo de Amón, rey de Judá.


»Pero ahora, debido a que aceptan a los falsos profetas entre ustedes y aseguran que el Señor los envió,


Ezequiel, hijo de Buzí, era un sacerdote que vivía con los exiliados judíos junto al río Quebar, en Babilonia. El recibió de parte de Dios visiones que le mostraban lo que acontecería en los próximos meses y años.


Estos eran los mismos seres que yo había visto al lado del río Quebar, y cuando se alzaban en el aire las ruedas subían con ellos, y permanecían junto a ellos al volar.


Pero yo lo capturaré en mi red y lo traeré a Babilonia, la tierra de los caldeos, pero no la verá, y morirá allí.


El Espíritu me alzó por los aires. Yo iba lleno de amargura e ira, pero la mano del Señor me tenía agarrado con gran fuerza.


Llegamos a Tel Aviv, donde estaban los israelitas deportados, junto al río Quebar. Al llegar me senté entre ellos, abrumado y atónito, durante siete días.


En eso estaba cuando el Señor me habló de nuevo: «Ve al valle y allí te hablaré».


Me levanté y fui al valle, y ¡vi la presencia magnífica del Señor allí, tal como la vi en mi primera visión junto al río Quebar! Y caí con el rostro hacia tierra.


La presencia del Señor había estado conmigo la tarde anterior y me había sanado para que pudiera hablar de nuevo para cuando el hombre llegara.


La fuerza del Señor vino sobre mí y fui llevado por el Espíritu del Señor a un valle lleno de huesos viejos y secos que estaban esparcidos por todas partes sobre el suelo.


A principios de abril del vigésimo quinto año de nuestro exilio, el decimocuarto año después de que Jerusalén fue capturada, la mano del Señor vino sobre mí,


Era tal como la había visto en las otras visiones, primero al lado del río Quebar, y luego más tarde en Jerusalén cuando vino para destruir la ciudad. Caí, rostro en tierra.


Luego, a fines de agosto del sexto año del cautiverio del rey Joacín, mientras yo estaba hablando con los sabios consejeros de Judá en mi hogar, llegó a mí la presencia de Dios el Señor.


Luego un día, a principios de abril, mientras estaba parado al lado del gran río Tigris,


Estos son los mensajes que el Señor le comunicó a Oseas, hijo de Beerí, durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, quienes fueron reyes de Judá; y durante el reinado de Jeroboán, hijo de Joás, que fue rey de Israel.


Este es el mensaje que el Señor le dio a Joel, hijo de Petuel.


Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe y se convertirán en seguidores de ideas engañosas y doctrinas diabólicas.


porque los profetas no hablaron por su propia iniciativa. Ellos hablaron de parte de Dios, y fueron inspirados por el Espíritu Santo.


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