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Éxodo 35:29 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

29 De esta manera el pueblo de Israel, todo hombre y mujer que quiso ayudar en la obra encomendada a ellos por el Señor, trajo su ofrenda voluntaria.

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Biblia Reina Valera 1960

29 De los hijos de Israel, así hombres como mujeres, todos los que tuvieron corazón voluntario para traer para toda la obra, que Jehová había mandado por medio de Moisés que hiciesen, trajeron ofrenda voluntaria a Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Así, todos los del pueblo de Israel —cada hombre y cada mujer con deseos de colaborar en la obra que el Señor les había dado por medio de Moisés— presentaron sus ofrendas con generosidad al Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Todos los hijos de Israel, hombres y mujeres, a quienes su generosidad había impulsado a llevar algo para cualquiera de los trabajos que Yavé, por medio de Moisés, les había encomendado, trajeron sus ofrendas voluntarias a Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 Todo hombre y mujer de los hijos de Israel, cuyo corazón los impulsaba a contribuir en toda la obra que YHVH había ordenado hacer por medio de Moisés, llevaron ofrenda voluntaria a YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 Todos los israelitas, hombres y mujeres a quienes la generosidad de su corazón movía a contribuir a la obra que Yahveh, por mediación de Moisés, había ordenado hacer, aportaron una contribución generosa a Yahveh.

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Éxodo 35:29
25 Tagairtí Cros  

Pero, ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para que se nos permita darte cosas? ¡Todo lo que tenemos ha venido de ti, y sólo te damos lo que ya es tuyo!


Comprendo, Dios mío, que tú pruebas a los hombres para ver si son buenos. He hecho todo esto inspirado por buenos propósitos, y he observado a tu pueblo cómo ofrece sus obsequios alegremente y de buena voluntad.


Y, fuera de todo esto, por amor al templo de Dios, ahora entrego todos mis tesoros privados para ayudar a la edificación.


Entonces los dirigentes de clanes, los jefes de tribus, los oficiales del ejército y los funcionarios administrativos del rey hicieron entrega de ciento sesenta y cinco mil kilos y diez mil monedas de oro, trescientos treinta mil kilos de plata, seiscientos mil kilos de bronce y tres millones trescientos mil kilos de hierro.


Los funcionarios del rey hicieron contribuciones voluntarias a los sacerdotes y levitas. Jilquías, Zacarías y Jehiel, los supervisores del templo, entregaron a los sacerdotes dos mil seiscientas ovejas y cabritos, y trescientos toros, para la celebración de la Pascua.


Además ofrecieron los sacrificios continuos que se requerían para los días de reposo, los de la celebración de la luna nueva, y los de las otras fiestas en honor del Señor, que debían celebrarse una vez al año. Asimismo ofrecieron las ofrendas voluntarias que llevaba el pueblo.


Consagré a estos hombres al Señor, así como los utensilios, la plata y el oro que habían sido donados como ofrenda voluntaria para el Señor, el Dios de nuestros padres.


Luego Moisés le dijo a todo el pueblo: «Esto es lo que el Señor ha ordenado:


Todo el que tenga corazón generoso, puede traer las siguientes ofrendas al Señor: Oro, plata, y bronce; tela azul, morada y escarlata, hecha de lino fino torcido o de pelo de cabra; pieles de carnero, y pieles de cabra especialmente tratadas; madera de acacia; aceite de oliva para las lámparas; especias para el aceite de la unción y para el incienso; piedras de ónice y piedras para usar en el efod y en el pectoral.


y les entregó los materiales donados por el pueblo para la construcción del santuario. Pero como la gente continuaba llevando ofrendas todos los días,


¡Contrasta las palabras de estas brujas con la palabra de Dios!, dice él. Si sus mensajes difieren de los míos, es que no proceden de mí, porque no hay en ellas luz de verdad.


y enséñenles a obedecer los mandamientos que les he dado. De una cosa podrán estar seguros: Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.


¿Quién es Pablo? y ¿quién es Apolos? No somos más que siervos de Dios por medio de los cuales ustedes creyeron, y eso según lo que el Señor le asignó a cada uno.


Si lo hiciera por voluntad propia, recompensa tendría del Señor; pero ese no es el caso, porque Dios me escogió y me dio esta sagrada encomienda.


Cada uno tiene que determinar cuánto va a dar. Que no sea con tristeza ni porque lo obliguen, porque Dios ama al que da con alegría.


Que la misericordia y la paz de Dios reposen sobre los que viven de acuerdo con esta norma y sobre el Israel de Dios.


Pero ustedes deben siempre estar dispuestos en vivir de acuerdo con todas las leyes que hoy les estoy dando.


Obedece todos los mandamientos que yo te doy; no les añadas ni les quites nada.


No añadan otras leyes ni quiten ninguna de las que ahora les doy. Pónganlas en práctica, porque se las ha dado el Señor su Dios.


Así comprobamos el cumplimiento de las profecías, y ustedes hacen bien en examinarlas cuidadosamente. Ellas son como antorchas que disipan la oscuridad, hasta que el día esclarezca y la estrella de la mañana brille en sus corazones.


«Por cuanto condujo valientemente a los caudillos de Israel, y el pueblo alegremente lo siguió, alaben al Señor.


¡Cuánto me regocijo en los caudillos de Israel que se ofrecieron voluntariamente! ¡Alaben al Señor!


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