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Éxodo 33:13 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

13 Si es así, te ruego que me indiques qué quieres que haga, para que pueda comprenderte claramente y saber que cuento con tu ayuda. No olvides que esta nación es tu pueblo.

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Biblia Reina Valera 1960

13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Si es cierto que me miras con buenos ojos, permíteme conocer tus caminos, para que pueda comprenderte más a fondo y siga gozando de tu favor. Y recuerda que esta nación es tu propio pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Ahora, si realmente me miras con buenos ojos, dame a conocer caminos para que te conozca, y me sigas mirando bien: no olvides que esa gente es tu pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Ahora, si he hallado gracia ante tus ojos, te ruego que me hagas conocer tu camino, para que te conozca y halle gracia ante tus ojos. Y considera que esta nación es tu pueblo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Pues, si he obtenido tu favor, enséñame tu camino y así sabré que me he ganado tu favor; pero ten también en cuenta que esta nación es pueblo tuyo'.

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Éxodo 33:13
27 Tagairtí Cros  

Entonces, siguiendo las instrucciones de David, Sadoc llevó el cofre de regreso a la ciudad. ―Si es la voluntad del Señor —dijo David—, él me permitirá regresar para ver el cofre y el santuario nuevamente. Pero si no, que haga conmigo lo que mejor le parezca.


A Moisés dio a conocer sus caminos, y al pueblo de Israel sus obras.


Enséñame, Señor, a seguir cada uno de tus decretos.


Enséñame la senda que debo seguir, Señor. Indícame el camino por donde debo andar.


Señor, enséñame cómo debo vivir; guíame por la senda de rectitud, pues estoy rodeado de enemigos que me acechan.


Entonces enseñaré tus caminos a otros pecadores, y estos volverán a ti.


Enséñame tus caminos, Señor, para que viva de acuerdo a tu verdad. Concédeme un corazón puro para que te honre.


Ahora te voy a enviar al faraón, para que saques a mi pueblo de Egipto.


―He visto los profundos sufrimientos de mi pueblo en Egipto —le dijo el Señor—, y he oído sus oraciones en que piden liberación de sus duros capataces.


¿Quieres que los egipcios digan: “Dios los engañó y los hizo ir a las montañas para matarlos y borrarlos de la tierra”? Aparta tu ira y no le hagas eso a tu pueblo.


Entonces el Señor tuvo compasión de ellos y no los destruyó.


Por eso, el Señor le dijo a Moisés: ―Date prisa, desciende, porque el pueblo que sacaste de Egipto se ha contaminado,


y le dijo: ―Señor, si es cierto que cuento con tu favor, te ruego que vayas con nosotros a la Tierra prometida. Sí, el pueblo es rebelde y soberbio, pero perdona nuestros pecados y acéptanos como pueblo tuyo.


Después de haber hablado con los ancianos, Moisés y Aarón fueron a ver al faraón, y le dijeron: ―Le traemos un mensaje de parte del Señor, Dios de Israel. Así dice el Señor: “Deja salir a mi pueblo, porque quiero que vayan al desierto a hacerme fiesta y a adorarme”.


Y si abandonan las sendas de Dios y se extravían, escucharán tras ustedes una voz que dirá: ―No, este es el camino, caminen por aquí.


Oh Señor, ¿por qué nos has endurecido el entendimiento, nos has hecho pecar y volvernos contra ti? ¡Regresa y ayúdanos, pues los que a ti pertenecemos te necesitamos tanto!


Oh Dios, ¿por qué nos tratas como si no fuéramos tu pueblo, como si fuéramos una nación pagana que jamás te hubiera llamado «Señor»?


Los sacerdotes, ministros de Dios, se pararán entre el pueblo y el altar, llorando, y orarán diciendo: «Señor nuestro, perdona a tu pueblo, no permitas que los paganos reinen sobre nosotros, pues tú eres también su dueño. Que no se burlen de tu pueblo los paganos, y digan: “¿Dónde está ese Dios de ellos? ¡Qué débil e inútil debe de ser!”».


Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.


Hoy día muchos israelitas son enemigos de Dios, pero esto los ha beneficiado a ustedes. Sin embargo, Dios aún ama a los israelitas porque eligió a los patriarcas.


»Le supliqué al Señor, y le dije: “Señor y Dios mío, no destruyas a tu pueblo. Es tu propia herencia que rescataste de Egipto con tu maravilloso poder y gloriosa fuerza.


Ellos son tu pueblo, y la herencia que tú trajiste de Egipto con tu gran poder y con tu brazo poderoso”.


Así podrán agradar y honrar al Señor en todo; harán toda clase de buenas obras y conocerán cada día más y mejor a Dios.


Más bien, crezcan en el amor y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea dada la gloria ahora y hasta la eternidad! Amén.


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