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Eclesiastés 2:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

1 Me dije entonces: «¡Anda, alégrate; sáciate de gozo!». Pero descubrí que esto también era vano.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Me dije: «Vamos, probemos los placeres. ¡Busquemos “las cosas buenas” de la vida!»; pero descubrí que eso también carecía de sentido.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Me dije: '¡Vamos, encontremos la alegría, y que yo pruebe la felicidad!' Pero eso también no es más que un viento.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Dije en mi corazón: ¡Ven pues, te probaré con el placer! ¡Prueba la felicidad! Pero he aquí también esto era vanidad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Entonces me dije: '¡Voy a probar la alegría, a gustar el placer!'. Pero también eso es vanidad.

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Eclesiastés 2:1
27 Tagairtí Cros  

Vamos, descendamos y hagamos que hablen diversos idiomas, para que no puedan entenderse».


―Ve y visita al profeta —le dijo el rey—. Yo te daré una carta de presentación para que se la entregues al rey de Israel. Naamán emprendió la marcha. Llevaba consigo regalos: treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro y diez mudas de ropa.


Se jactan de que ni Dios ni el hombre pueden hacer nada contra ellos; siempre estarán libres de problemas.


Las personas necias afirman que no hay Dios. Están corrompidas, sus obras son detestables; ¡no hay un solo individuo que haga lo bueno!


Mi corazón te oyó decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Ya voy Señor».


La risa puede ocultar un corazón adolorido, pero cuando acaba la risa, queda el dolor.


Joven, la juventud es un tesoro. ¡Disfruta cada minuto de ella! ¡Haz cuanto se te antoje! Pruébalo todo, pero sabe que tendrás que rendirle cuentas a Dios de cuanto hagas.


Tomaba para mí cuanto se me antojaba, y no me privaba de ningún goce. Hasta en el trabajo arduo hallé placer. Este gusto fue en verdad la única recompensa de todas mis faenas.


Entonces, me dije: «yo también moriré igual que el necio». Entonces, ¿de qué vale toda mi sabiduría? Así reconocí que aun la sabiduría es vana.


El sabio piensa mucho en la muerte, mientras que el necio sólo piensa en divertirse hoy.


Entonces resolví dedicar la vida a divertirme, pues pensé que no había en el mundo nada mejor que comer, beber y alegrarse, con la esperanza de que esta felicidad permanecería en medio del duro trabajo que Dios asigna a la humanidad en todas partes.


Derribaré las cercas y dejaré que mi viña sea pisoteada por las vacas y ovejas que en ella pastan.


Pero oigan los que se iluminan con su propia luz y se calientan con su propio fuego; Dios los llenará de dolor toda la vida.


El Señor Dios me ha hablado y yo escuché; no me rebelo ni me aparto.


Entonces diré: Alma mía, ya tienes muchas cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y disfruta de la vida”.


»Había un hombre rico que se vestía con ropas muy lujosas y a diario hacía fiestas donde servían espléndidos banquetes.


En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.


En otro tiempo, también nosotros éramos insensatos y desobedientes; con facilidad nos descarriábamos y vivíamos esclavos de los placeres y de los deseos pecaminosos. Estábamos llenos de rencor y envidia. Odiábamos a los demás y ellos nos odiaban a nosotros.


Escuchen bien esto, ustedes los que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, nos quedaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero».


Ahora escuchen, ustedes los ricos: ¡Lloren y griten por todas las desgracias que van a sufrir!


Ustedes han vivido en este mundo con gran lujo y placer desenfrenado. Lo que han hecho es engordar para el día de la matanza.


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