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Daniel 6:20 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

20 y llamó con voz angustiada: ―¡Oh Daniel, servidor del Dios viviente!, ¿pudo tu Dios, a quien eres fiel siempre, librarte de los leones?

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

20 Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Cuando llegó allí, gritó con angustia: —¡Daniel, siervo del Dios viviente! ¿Pudo tu Dios, a quien sirves tan fielmente, rescatarte de los leones?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Se acercó al foso y gritó a Daniel con voz angustiada: '¿Daniel, servidor del Dios vivo, ese Dios al que sirves con tanta fidelidad ha sido capaz de librarte de los leones?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Y acercándose al foso gritó con voz afligida a Daniel, y le dijo: ¡Daniel, siervo del Dios viviente! ¿Ha podido librarte de los leones ese Dios a quien sirves continuamente?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Al amanecer, cuando clareaba el día, se levantó y fue a toda prisa al foso de los leones.

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Daniel 6:20
30 Tagairtí Cros  

¿Hay algo que sea difícil para el Señor? Como te dije, el próximo año, por este tiempo, volveré a visitarte, y para entonces Sara tendrá un hijo.


Busquen al Señor; sí, busquen su fortaleza; sin descanso busquen su rostro.


Cumpliré tus normas para siempre y hasta el fin.


Yo lo alabaré mientras viva; sí, hasta el último suspiro de mi vida.


Pero yo siempre estoy contigo, pues tú sostienes mi mano derecha.


«¡Oh Señor Dios! Tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder; no hay para ti nada demasiado difícil.


Les daré una oportunidad. Cuando oigan la música, si se inclinan y rinden homenaje a la estatua, no tomaré en cuenta su falta; pero si se niegan a hacerlo, serán arrojados inmediatamente en un horno de fuego ardiente. Y entonces, ¿qué dios podrá librarlos de mi castigo?


Si somos arrojados al horno de fuego ardiente, el Dios a quien servimos puede librarnos del horno y de cualquier otro castigo que Su Majestad nos imponga.


Al fin, el rey se vio obligado a dar la orden para arrestar a Daniel, y este fue llevado al foso de los leones. El rey le dijo entonces: ―Que tu Dios, a quien siempre le eres fiel, te salve.


Muy temprano, a la mañana siguiente, se dirigió a toda prisa al foso de los leones,


Ordeno que en todo mi reino todos teman y tiemblen ante el Dios de Daniel. Pues su Dios es el Dios vivo, que no cambia, cuyo reino jamás será destruido y cuyo poder jamás se acabará.


Él libra y salva a los suyos; él hace grandes obras en el cielo y la tierra; es él quien ha librado a Daniel del poder de los leones.


Por eso, Israel, busca de nuevo a tu Dios y vive de acuerdo con los principios del amor y la justicia, y siempre confía en él.


Entonces el Señor dijo a Moisés: ―¿Cuándo he sido débil? ¡Ahora verás que mi palabra se cumple!


pues para Dios no hay nada imposible.


Jesús les contó una parábola a sus discípulos para enseñarles que debían orar siempre y sin desanimarse.


Así podremos nosotros dedicarnos a orar y a proclamar la Palabra.


Dará la vida eterna a quienes con paciencia hacen el bien y buscan gloria, honra y vida eterna;


Él nos libró de la muerte y de la misma manera nos volverá a librar cuando sea necesario. En él hemos puesto nuestra esperanza.


Nunca se cansen de orar. Oren siempre con gratitud.


Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Mas no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que puede guardar lo que le he encomendado hasta el día de su retorno.


Por eso puede salvar para siempre a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive para siempre y está pidiendo por ellos.


Pero el que pone su atención en la ley perfecta que da libertad, y sigue en ella sin olvidar lo que ha oído y hace lo que ella dice, será dichoso en lo que hace.


Y ahora, que la gloria, la majestad, el imperio y la potencia sean eternamente del único Dios, Salvador nuestro por medio de Jesucristo, quien tiene poder para conservarlos sin caída y, con gran alegría, presentarlos sin tacha ante su gloriosa presencia. Amén.


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