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Daniel 6:14 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

14 Al oír esto, el rey se enojó consigo mismo por haber firmado semejante ley, y se propuso salvar a Daniel. Pasó el resto del día tratando de encontrar alguna manera de sacar a Daniel de este aprieto.

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Biblia Reina Valera 1960

14 Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Al oír esto, el rey se angustió mucho y procuró encontrar un modo de salvar a Daniel. Pasó el resto del día buscando una manera de librarlo de ese aprieto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Al oír esas palabras, el rey se molestó mucho; quería salvar a Daniel y hasta la puesta del sol, buscó en vano una solución.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel, y hasta la puesta del sol se esforzó por librarlo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Respondió el monarca: 'Eso es lo decidido, según la ley de los medos y de los persas, que es irrevocable'. Entonces ellos contestaron al rey en estos términos: 'Daniel, uno de los deportados de Judá, no hizo caso de ti, ¡oh rey!, ni de la prohibición que promulgaste, porque tres veces al día hace su oración'.

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Daniel 6:14
10 Tagairtí Cros  

Amán se presentó ante el rey para hablarle del asunto, y le dijo: ―Hay un pueblo esparcido por todas las provincias del reino, cuyas leyes son diferentes a las de todas las naciones y, por eso, ese pueblo se niega a obedecer las leyes del rey. ¡Su Majestad no puede permitir que sigan viviendo!


Daniel, Ananías, Misael y Azarías fueron cuatro de los jóvenes escogidos, todos de la tribu de Judá.


Pero hay algunos judíos aquí, Sadrac, Mesac y Abednego, a quienes Su Majestad ha puesto a cargo de los asuntos de Babilonia, que han desobedecido sus órdenes. No respetan al dios de Su Majestad, ni rinden homenaje a la estatua de oro que usted mandó levantar».


Entonces Nabucodonosor, en un arrebato de cólera, ordenó que Sadrac, Mesac y Abednego fueran traídos a su presencia.


Al rey le dolió complacerla, pero no podía faltar a su palabra delante de los invitados.


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