Daniel 6:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008
12 Volvieron en seguida ante el rey y le recordaron su prohibición. ―¿No ha firmado una ley, le dijeron, que no permite ninguna petición a ningún dios u hombre, que no sea usted, durante un plazo de treinta días? ¿Y que todo aquel que lo desobedeciera fuera arrojado a los leones? ―Sí, respondió el rey, es una “ley de los medos y los persas”, que no puede ser alterada ni cambiada.
12 Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.
12 De manera que fueron directo al rey y le recordaron el decreto. —¿No firmó usted una ley por la cual, durante los próximos treinta días, todo aquel que ore a quien sea, divino o humano —excepto a usted, su majestad—, sea arrojado al foso de los leones? —Sí —contestó el rey—, esa decisión sigue en pie; es una ley oficial de los medos y de los persas que no puede ser revocada.
12 Corrieron donde el rey y le recordaron la prohibición real: '¿No firmaste un decreto según el cual cualquier hombre que en estos treinta días dirija una oración a otro dios o a otra persona fuera de ti, sería arrojado al foso de los leones?' El rey respondió: 'Así se ha establecido firmemente, según la ley de los medos y de los persas: nadie puede ir en contra'.
12 Fueron luego ante el rey y le hablaron acerca del edicto real: ¿No has confirmado un edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.
»Por eso, recomiendo que, si a Su Majestad le parece bien, promulgue un edicto real, una ley de Media y Persia que no pueda ser revocada, en el que declare que la reina Vasti no podrá jamás volver a presentarse ante usted. Y Su Majestad podrá escoger a otra mujer que sea más digna de llevar el título de reina.
Al atardecer, los hombres volvieron ante el rey y le dijeron: ―Su Majestad sabe bien que, según la “ley de los medos y los persas”, ninguna ley que el rey firme se puede cambiar ni anular.
Le solicitamos que ponga su firma a esta ley de modo que no pueda ser cancelada o cambiada; será conocida como “ley de los medos y los persas”, que no puede ser modificada.
A causa de esto, se desvanecieron las esperanzas de riqueza de los dueños de la esclava, por lo que tomaron a Pablo y lo llevaron ante los magistrados de la plaza pública.