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Daniel 1:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4 «Escoge muchachos fuertes, sanos y de buen parecer, le dijo, que tengan una amplia cultura; jóvenes bien educados, inteligentes, despiertos, sensatos y capaces de servir en el palacio. Enséñales a estos jóvenes la lengua y la literatura de los babilonios».

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Biblia Reina Valera 1960

4 muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 «Selecciona solo a jóvenes sanos, fuertes y bien parecidos —le dijo—. Asegúrate de que sean instruidos en todas las ramas del saber, que estén dotados de conocimiento y de buen juicio y que sean aptos para servir en el palacio real. Enseña a estos jóvenes el idioma y la literatura de Babilonia».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Esos jóvenes no debían tener defecto alguno, debían tener una buena presencia, poseer un buen juicio, ser instruidos y bien educados, en una palabra, ser capaces de mantener su rango en el palacio del rey y de aprender allí la escritura y la lengua de los Caldeos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 jóvenes perfectamente sanos, de buen parecer, bien formados en sabiduría, cultos e inteligentes, y aptos para servir en el palacio real, y ordenó que se les enseñara la lengua y literatura de los caldeos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 jóvenes, sin defecto alguno, de buen parecer, instruidos en toda sabiduría, cultos e inteligentes y capacitados para la vida en la corte, a fin de enseñarles la lengua y literatura de los caldeos.

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Daniel 1:4
23 Tagairtí Cros  

Tenía treinta años cuando entró al servicio del faraón. José salió de la presencia del faraón, y comenzó a recorrer todo Egipto.


En todo Israel no había alguien tan hermoso como Absalón, y nadie recibía tantos elogios como él.


¿Conoces a algún hombre trabajador? Él será siervo de reyes y no de gente común.


Un sabio tiene más poder que los alcaldes de diez grandes ciudades.


Entonces Eliaquín, Sebna y Joa le dijeron: ―Te rogamos que nos hables en arameo que nosotros entendemos bastante bien. No nos hables en hebreo, porque te oirá la gente de la muralla.


Miren, traeré contra ustedes una nación lejana, oh Israel, dice el Señor, nación poderosa, nación antigua cuya lengua no entiendes.


Los astrólogos respondieron al rey: ―¡No hay nadie en la tierra que pueda decirle a Su Majestad lo que soñó! ¡Y no hay rey, por grande y poderoso que sea, que pediría semejante cosa a ningún mago, hechicero o astrólogo!


Inmediatamente llamó a todos sus magos, encantadores, hechiceros y astrólogos, y les demandó le dijeran el significado de su sueño.


Pero algunos caldeos fueron al rey y acusaron a los judíos.


pero cuando llegaron los magos, astrólogos, adivinos y hechiceros, y les conté el sueño, no pudieron decirme lo que significaba.


pues hay un hombre en su reino que tiene el espíritu de los dioses santos. En los días de su padre, este hombre demostró estar tan lleno de sabiduría y entendimiento como si él mismo fuera un dios. Y en el reinado del rey Nabucodonosor él fue hecho jefe de todos los magos, astrólogos y adivinos de Babilonia.


―¡Traigan a los magos, adivinos y astrólogos!— gritó. Les dijo esto a los sabios de Babilonia: —¡El que pueda leer esa escritura sobre la pared, y descifrar lo que significa, será vestido con la ropa púrpura de la realeza; se le pondrá en el cuello una cadena de oro, y será el tercero en la jerarquía de mi reino!


«Había llegado el primer año del reinado del rey Darío, el hijo de Jerjes. Darío era medo, pero llegó a ser rey de los babilonios.


Le dijo: «Ve y dile a este joven: “Jerusalén llegará a tener tantos habitantes y tanto ganado, que será una ciudad sin murallas.


»En esas circunstancias nació Moisés, y fue agradable a los ojos de Dios. Sus padres lo escondieron en la casa durante tres meses.


y le enseñó toda la sabiduría de los egipcios. Moisés fue un hombre poderoso en palabra y en obra.


Lo hizo así a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin manchas ni arrugas ni nada semejante, sino santa e intachable.


Luego les preguntó al rey Zeba y al rey Zalmuna: ―¿Cómo eran los hombres que ustedes mataron en Tabor? Ellos respondieron: ―Estaban vestidos como ustedes, como hijos de reyes.


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