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Cantares 1:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4 ¡Llévame contigo; vámonos corriendo! ¡Qué felices seremos! Tu amor es mejor que el vino. ¡Con razón te aman todas las doncellas!

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

4 Atráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; Nos gozaremos y alegraremos en ti; Nos acordaremos de tus amores más que del vino; Con razón te aman.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 ¡Llévame contigo, ven, corramos! El rey me ha traído a su alcoba. Cuánto nos alegramos por ti, oh rey; elogiamos tu amor aún más que el vino. Con razón te quieren las jóvenes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Llévame, oh Rey, a tu habitacion para que nos alegremos y regocijamos, y celebremos, no el vino, sino tus caricias. ¿Cómo podrían no quererte?

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 ¡Atráeme, y correremos en pos de ti! El rey me introdujo en su recámara: Nos regocijaremos y nos alegraremos en ti, Y hallaremos tu amor más fragante que el vino. ¡Con justísima causa te aman!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Llévame contigo corriendo. Introdúceme, rey mío, en tu aposento; gocemos juntos, disfrutemos, celebrando tu amor, mejor que el vino. ¡Con razón se enamoran!

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Cantares 1:4
37 Tagairtí Cros  

¿Quién podrá olvidar las maravillas que él hace? ¡El Señor es bondadoso y misericordioso!


Si tú me ayudas, correré para seguir tus mandamientos.


Me apresuro sin tardanza para obedecer tus mandamientos.


Que se alegre Israel por su Creador; que se regocijen los hijos de Sion por su rey.


Mi corazón se consume en la tristeza al recordar aquellos tiempos —¡cómo olvidarlos!— cuando guiaba a una gran multitud hacia el templo en días de fiesta, cantando con gozo, alabando al Señor.


Señor, aquí en tu templo meditamos en tu gran amor mientras te adoramos.


Tú dejas mi alma más satisfecha que un delicioso banquete; te alabarán mis labios con gran júbilo.


Un poco más tarde lo hallé, lo retuve y no lo dejé ir hasta llevarlo al hogar de mi madre, a la alcoba donde ella me concibió.


Cuán dulce es tu amor, amada mía, novia mía, Cuánto mejor que el vino. Más fragante es el perfume de tu amor que las más ricas especias.


El Señor le quitará el poder a la muerte para siempre. El Señor secará toda lágrima y ahuyentará para siempre todas las injurias y burlas que se dirigen contra su tierra y su pueblo. ¡El Señor ha hablado! ¡Sin duda cumplirá su palabra!


En el Señor todas las generaciones de Israel serán declaradas justas, y triunfarán.


A todos los que guardan luto en Israel les dará: belleza en vez de cenizas, júbilo en vez de llanto, y alabanza en vez de abatimiento. Porque para gloria de Dios, él mismo los ha plantado como vigorosos y esbeltos robles.


De la amorosa bondad de Dios hablaré. Lo elogiaré por todo lo que ha hecho; me regocijaré por su gran bondad para con Israel, otorgada según su misericordia y amor.


Porque hace mucho tiempo dije a Israel: ¡Yo te he amado, oh pueblo mío, con amor sin fin, con amorosa bondad te he atraído a mí!


Lo traté con mucha ternura, lo conquisté con expresiones de amor. Yo la alzaba en mis brazos y jugaba con él, contento de ver sus sonrisas. Yo mismo le daba de comer, como a un niño pequeño.


¡Canten con alegría habitantes de Jerusalén! ¡Grita de gozo, Israel! ¡Alégrate y regocíjate con todo tu corazón, hija de Jerusalén!


¡Regocíjate grandemente, pueblo mío! ¡Grita de alegría, Jerusalén! ¡Tu rey viene montado sobre un burrito! ¡Es un rey justo y humilde, y viene a salvarte!


Así lo hicieron. Pero al regresar encontraron la puerta cerrada, pues el novio había llegado ya y había entrado a la boda con las muchachas que estaban listas con sus lámparas.


Pero el ángel les dijo: «¡No tengan miedo! Les traigo buenas noticias que van a llenar de alegría a todo el pueblo:


Entonces tomó el pan, dio gracias por él, lo partió, se lo dio a ellos y les dijo: ―Este pan es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto para que se acuerden de mí.


Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.


Nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no lo trae, y yo lo resucitaré en el día final.


Además, nos levantó con Cristo de la tumba y nos hizo sentar con él en los cielos.


Que la gracia de Dios esté sobre todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inagotable.


Porque los verdaderos circuncidados somos nosotros, los que por medio del Espíritu adoramos a Dios y nos llenamos de orgullo de pertenecer a Cristo Jesús. Nosotros no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos.


Alégrense siempre en el Señor. Se lo repito: ¡Alégrense!


Por eso, también nosotros, que estamos rodeados de tantos testigos, dejemos a un lado lo que nos estorba, en especial el pecado que nos molesta, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.


Ustedes aman a Jesucristo a pesar de que no lo han visto; y aunque ahora no lo ven, creen en él y se llenan de una gran alegría,


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