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Apocalipsis 9:20 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

20 A pesar de todo eso, las personas que sobrevivieron a aquellas plagas no se arrepintieron de sus malas acciones y siguieron adorando a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera que no pueden ver ni oír ni caminar.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Sin embargo, los que no murieron en esas plagas aun así rehusaron arrepentirse de sus fechorías y volverse a Dios. Siguieron rindiendo culto a demonios y a ídolos hechos de oro, plata, bronce, piedra y madera, ¡ídolos que no pueden ni ver ni oír ni caminar!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Pero los sobrevivientes, los que no fueron exterminados por estas plagas, no renunciaron a sus prácticas: continuaron adorando a los demonios, con esos ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, que no pueden ver, oír ni caminar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Y el resto de los hombres, los que no fueron muertos por estas plagas, tampoco se arrepintieron de las obras de sus manos, para dejar de adorar° a los demonios, y a los ídolos de oro y de plata, y de bronce y de piedra y de madera, los cuales no pueden ver, ni oír, ni andar.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 El resto de los hombres, los que no fueron exterminados por estas plagas, no se convirtieron de las obras de sus manos, de modo que no dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro y de plata y de bronce y de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni andar.

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Apocalipsis 9:20
43 Tagairtí Cros  

Porque el pueblo de Judá me ha abandonado y ha adorado a otros dioses, y ha hecho que mi ira arda contra este lugar, sin que se pueda apagar.


En este tiempo de profundos problemas, el rey Acaz aumentó sus acciones infieles contra el Señor.


porque el pueblo lo ha abandonado para ir a adorar a dioses paganos. Esto ha hecho que su ira se desate contra este lugar, y nada hará que cambie de parecer.


Sacrificaron sus hijos e hijas a los demonios.


Además, su tierra está llena de ídolos. Son productos humanos y, sin embargo, los adoran.


Pero van presurosos a hacerse un nuevo ídolo, el tallador corre al orfebre y el forjador ayuda en el yunque. «Muy bien», dicen, «está saliendo muy bien. Ahora podemos soldarle los brazos». Cuidadosamente le pegan las extremidades y luego aseguran el monigote en su sitio para que no se caiga.


Así castigaré a mi pueblo por haberme abandonado y por rendirles homenaje a otros dioses, que son sólo ídolos hechos por sus propias manos.


No me hagan enojar rindiéndole homenaje a ídolos; pero si me son leales no les haré daño.


Porque están provocando mi cólera con los ídolos que han hecho y adorado allí en Egipto, ofreciéndoles agradables perfumes y provocándome a que los aniquile y los convierta en maldición y motivo de burla de todas las naciones de la tierra.


Señor, tú no aceptas sino la verdad. Castigándolos has tratado de hacer que reflexionen y sean honrados, pero no quieren cambiar. Los has arruinado, pero no escarmientan y se niegan a dejar su conducta malvada. Con el rostro como dura piedra por su terquedad, están empecinados en no arrepentirse.


Comparados con él, todos los seres humanos son animales sin inteligencia. ¡Ni uno de ellos tiene sabiduría! Al hacer imágenes y estatuillas de ídolos, el platero se embrutece, pues fabrica mentiras. ¡Dice que son dioses, cuando ni sombra de vida tienen!


Pues ha desafiado al Señor del cielo al traer aquí estas copas robadas de su templo; y usted, sus esposas y concubinas, y sus nobles han estado bebiendo de ellas y al mismo tiempo elogiando a dioses de plata, oro, bronce, hierro, madera y piedra, dioses que ni ven ni oyen, ni tampoco entienden algo. ¡Pero no han elogiado al Dios que les da el aliento y tiene dominio sobre sus vidas!


Todos bebían vino y elogiaban a sus ídolos, hechos de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra.


Así se impedirá que el pueblo ofrezca sacrificios a los espíritus malos en el campo. Esta es una norma permanente para ustedes, y deberá observarse en todas las generaciones venideras.


Destruiré todos tus ídolos y destrozaré tus imágenes, de modo que nunca más rendirás homenaje a dioses que tus propias manos fabricaron.


puesto que Juan el Bautista les dijo que se arrepintieran y se volvieran a Dios, y ustedes no le hicieron caso. Los cobradores de impuestos y las prostitutas, en cambio, sí que creyeron el mensaje de Juan. Y aun viendo que esto sucedía así, ustedes se negaron a arrepentirse y a creer en él.


»Si esto es verdad, no debíamos pensar que Dios sea un ídolo hecho de oro, plata y piedra esculpida.


Como ustedes bien saben, porque lo han visto y oído, ese tal Pablo ha convencido a un grupo numeroso de personas de que los dioses fabricados no son dioses.


»Se hicieron, pues, un becerro y le ofrecieron sacrificios y se regocijaron por haberlo hecho ellos mismos.


Sí, temo que cuando vaya, Dios me haga sentir avergonzado de ustedes y tenga que llorar porque muchos de los que han pecado no se han arrepentido de la impureza, de la inmoralidad sexual y de los vicios que practican.


Yo sé que después de mi muerte, ustedes se corromperán y se apartarán del Señor y de sus mandamientos, y en los días venideros el mal los aplastará porque harán lo que el Señor dijo que era malo, y la ira del Señor se encenderá».


Sacrificaron a dioses paganos, a nuevos dioses que nunca antes habían adorado.


Allí, lejos de su tierra, servirán ídolos de madera y de piedra, hechos por la gente, ídolos que no ven ni oyen, no comen ni huelen.


Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe y se convertirán en seguidores de ideas engañosas y doctrinas diabólicas.


Y vi aparecer en el cielo una señal grande y maravillosa: siete ángeles a los que se les encomendó la tarea de llevar a la tierra las siete plagas finales, con las cuales la ira de Dios quedaría satisfecha.


El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, y los rayos solares quemaron a la gente.


Pero el poder mortal de aquellos caballos no radicaba solamente en el hocico. Sus colas parecían serpientes que con sus cabezas ocasionaban heridas mortales.


¡Tampoco se arrepintieron de sus crímenes, hechicerías, inmoralidades sexuales y hurtos!


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