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Apocalipsis 8:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

7 Cuando el primero tocó la trompeta, cayó sobre la tierra una lluvia de granizo y fuego mezclados con sangre; una tercera parte de la tierra ardió y una tercera parte de los árboles quedó carbonizada; no hubo hierba verde en la tierra que no ardiera.

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Biblia Reina Valera 1960

7 El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 El primer ángel tocó su trompeta, y granizo y fuego mezclados con sangre fueron lanzados sobre la tierra. Se incendió la tercera parte de la tierra, y se quemó la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Tocó el primero, y se produjo granizo y fuego mezclado con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra: se quemó la tercera parte de la tierra, la tercera parte de los árboles ardió y toda la hierba verde se abrasó.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 El primero tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego° mezclados con sangre, y fueron lanzados a la tierra; y la tercera parte de la tierra fue quemada, y la tercera parte de los árboles fue quemada, y toda hierba verde fue quemada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Tocó el primero. Hubo granizada y fuego mezclado con sangre, que fueron arrojados sobre la tierra y quedó abrasada la tercera parte de la tierra; abrasada la tercera parte de los árboles, abrasada toda la hierba verde.

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Apocalipsis 8:7
29 Tagairtí Cros  

En vez de lluvia envió mortal granizo, y los rayos sobrecogieron a la nación.


Moisés salió de la presencia del faraón, y ya fuera de la ciudad levantó las manos hacia el Señor. Al instante, los truenos y el granizo se detuvieron, y cesó la lluvia.


Porque el Señor enviará un poderoso ejército, el asirio, contra ti, el que como enorme granizada se abatirá sobre ti y te derribará en tierra.


En un instante yo, el Señor Todopoderoso, me arrojaré sobre ellos con trueno, terremoto, torbellino y fuego.


Y el Señor hará oír su majestuosa voz y descargará su potente brazo sobre sus enemigos con gran indignación, con llamas consumidoras, torbellinos, tremendas tormentas e inmensos granizos.


Pero los asirios serán destruidos y arrasadas sus ciudades.


¡Yo pelearé contra ti y todos tus aliados con espada, peste, lluvias torrenciales, grandes piedras de granizo, fuego y azufre!


También pondré extrañas señales en la tierra y en el cielo: sangre, fuego y columnas de humo.


Cuando el sol sale, seca la planta con su calor intenso. A la planta se le marchita la flor y pierde su belleza. Así se marchitará también el rico en todos sus negocios.


Además, mientras el enemigo huía hacia Bet Jorón, el Señor les lanzó una lluvia de granizo que los siguió hasta Azeca. Murieron más hombres a causa del granizo que por las espadas de los israelitas.


«Todo humano es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo; la hierba se seca y la flor se cae,


Con la cola arrastró tras sí una tercera parte de las estrellas y las arrojó sobre la tierra. Luego se detuvo frente a la mujer en el momento mismo en que iba a dar a luz, a fin de comerse al niño tan pronto como naciera.


El primer ángel derramó su copa sobre la tierra, y una llaga maligna y asquerosa brotó en las personas que tenían la marca de la bestia y adoraban su estatua.


y se desató del cielo una granizada tan grande que cada uno de los granizos que caía sobre la humanidad pesaba alrededor de cuarenta kilos. Y la humanidad maldijo a Dios por esa terrible plaga.


En esta ocasión apareció un caballo amarillo. El jinete que lo montaba se llamaba Muerte, y lo seguía otro jinete llamado Infierno. Se les concedió dominio sobre una cuarta parte de la tierra y autoridad para matar por medio de guerras, hambre, epidemias y fieras salvajes.


Entonces vi a cuatro ángeles que, parados en las cuatro esquinas de la tierra, detenían los cuatro vientos para que estos no se desataran sobre la tierra, el mar y los árboles.


Y aquellos ángeles, que estaban preparados precisamente para aquel año, mes, día y hora, quedaron en libertad de matar a la tercera parte de la humanidad.


plagas que fueron matando la tercera parte de la humanidad.


Se les había ordenado que no dañaran la hierba ni ninguna planta ni ningún árbol; en cambio, debían atacar a las personas que no tuvieran el sello de Dios en la frente.


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