Biblia Todo Logo
Bíobla ar líne
- Fógraí -





Apocalipsis 7:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 «¡No vayan a dañar la tierra, ni el mar, ni los árboles, porque todavía no hemos marcado en la frente a los siervos de nuestro Dios».

Féach an chaibidil Cóip


Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Nueva Traducción Viviente

3 «¡Esperen! No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que hayamos puesto el sello de Dios en la frente de sus siervos».

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Católica (Latinoamericana)

3 No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios.

Féach an chaibidil Cóip

La Biblia Textual 3a Edicion

3 diciendo: ¡No dañéis la tierra ni el mar ni los árboles, hasta que sellemos en la frente a los siervos de nuestro Dios!°

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 diciendo: 'No dañéis ni a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que no hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios'.

Féach an chaibidil Cóip




Apocalipsis 7:3
31 Tagairtí Cros  

La sangre que ustedes colocarán en los postes y en las puertas será prueba de que me han obedecido; y cuando vea la sangre, pasaré de largo y no destruiré a los primogénitos de ustedes, cuando castigue a Egipto.


El Señor pasará por Egipto y dará muerte a los egipcios; pero cuando vea la sangre sobre el travesaño de la puerta y sobre los dos postes, pasará de largo y no permitirá que el destructor entre a matar a sus hijos.


Pero aquel día ninguna arma que se vuelva contra ti triunfará, y se te hará justicia contra toda calumnia que se esgrima en los tribunales. Esta es la herencia de los siervos del Señor, esta es la bendición que te he dado, dice el Señor.


Pero la décima parte, un remanente, sobrevivirá; y aunque Israel sea invadido y destruido una y otra vez, será como árbol talado que aún conserva vida para retoñar.


Pero no los destruiré a todos, dice el Señor, porque así como entre los racimos de uvas malas aparecen algunas buenas (y alguien dirá: «¡No las arrojes todas; hay algunas uvas buenas!») no destruiré a todo Israel, porque tengo entre él algunos siervos fieles.


y le dijo: «Camina por las calles de Jerusalén y pon una marca sobre la frente de los hombres que lloran y suspiran a causa de todas las maldades que ven a su alrededor».


mátenlos a todos: viejos y jóvenes, muchachas, mujeres y niños pequeños; pero no toquen a nadie que tenga la marca en la frente. Comiencen aquí mismo en el templo». Y así comenzaron por dar muerte a los sabios consejeros.


Si somos arrojados al horno de fuego ardiente, el Dios a quien servimos puede librarnos del horno y de cualquier otro castigo que Su Majestad nos imponga.


Luego Nabucodonosor se acercó lo más posible a la puerta abierta del horno ardiente y gritó: ―¡Sadrac, Mesac y Abednego, servidores del Dios Altísimo, salgan y vengan aquí! Entonces ellos salieron de en medio del fuego.


Al fin, el rey se vio obligado a dar la orden para arrestar a Daniel, y este fue llevado al foso de los leones. El rey le dijo entonces: ―Que tu Dios, a quien siempre le eres fiel, te salve.


Ustedes, los humildes del país, los que aun procuran vivir de acuerdo a las instrucciones del Señor, practiquen la justicia y vivan con humildad. Quizá así puedan ser salvados el día en que el Señor desate su castigo.


Entonces verán ustedes la diferencia entre el tratamiento que Dios proporciona a los buenos y a los malos, entre los que le respetan y viven de acuerdo a sus instrucciones y los que no lo hacen.


Si aquellos días no fueran acortados, la humanidad entera perecería; pero serán acortados por el bien de los escogidos de Dios.


Y enviaré a los ángeles delante de mí para que, con toque de trompeta, junten a mis escogidos de todas partes del mundo.


El que quiera servirme, debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará el que me sirve. Al que me sirva, mi Padre lo honrará.


El que cree confirma que Dios dice la verdad.


Mas ahora están libres del pecado y son esclavos de Dios. Esto les trae como beneficio la santidad y como fin la vida eterna.


y que pusieran una marca en la mano derecha o en la frente de los habitantes de la tierra, ya fueran grandes o pequeños, ricos, o pobres, libres o esclavos.


Nadie podía comprar ni vender si no tenía aquella marca, que consistía en el nombre de la bestia o en el número de su nombre.


Vi entonces un Cordero de pie sobre el monte Sion, acompañado de ciento cuarenta y cuatro mil personas que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.


Inmediatamente, un tercer ángel lo siguió gritando: «¡Cualquiera que adore a la bestia y a su estatua, y se deje marcar en la frente o en la mano,


porque juzga con justicia y verdad. Ha castigado a la gran prostituta que corrompía la tierra con sus pecados, y ha vengado la sangre de sus siervos que ella derramó».


Entonces vi que los que habían recibido la facultad de juzgar se sentaron en tronos. Y vi a las almas de los que habían muerto decapitados por dar testimonio de Jesús y por proclamar la palabra de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni habían aceptado que los marcaran en la frente o en la mano. Vi que resucitaban y reinaban con Cristo mil años.


y verán su rostro y llevarán su nombre escrito en la frente.


Y una voz que brotó de entre los cuatro seres vivientes, dijo: «Vendo por el salario de un día un kilo de trigo o tres kilos de cebada, pero no le hagan daño al aceite ni al vino».


Entonces vi a cuatro ángeles que, parados en las cuatro esquinas de la tierra, detenían los cuatro vientos para que estos no se desataran sobre la tierra, el mar y los árboles.


Luego vi a otro ángel que venía del este con el sello del Dios viviente. Y gritó a los cuatro ángeles que habían recibido autorización para dañar la tierra y el mar:


Se les había ordenado que no dañaran la hierba ni ninguna planta ni ningún árbol; en cambio, debían atacar a las personas que no tuvieran el sello de Dios en la frente.


Lean orainn:

Fógraí


Fógraí