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Apocalipsis 2:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Y sé también que has sufrido por mi causa pacientemente y sin claudicar.

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Biblia Reina Valera 1960

3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Has sufrido por mi nombre con paciencia sin darte por vencido.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Tampoco te falta la constancia y has sufrido por mi nombre sin desanimarte,

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 y° tienes perseverancia, y soportaste por causa de mi nombre, y no has desmayado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Tienes constancia y has sufrido por mi nombre sin desfallecer.

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Apocalipsis 2:3
49 Tagairtí Cros  

Reposa en el Señor; espera con paciencia que él se manifieste. No envidies a los malvados que prosperan o te desesperes por sus perversos planes.


aunque por tu causa sea yo objeto de maldición y mofa.


Soportaré con paciencia mientras el Señor me castiga, porque reconozco que actué muy mal y lo ofendí. Pero estoy seguro de que luego él me defenderá de todos mis enemigos, y los castigará por todo el mal que me han hecho. Dios me sacará de las tinieblas a la luz, y me permitirá disfrutar de nuevo sus actos de bondad.


A un hombre de Cirene, que pasaba por allí al regresar del campo, lo obligaron a llevar la cruz. El hombre se llamaba Simón, y era padre de Alejandro y de Rufo.


El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.


Jesús les contó una parábola a sus discípulos para enseñarles que debían orar siempre y sin desanimarse.


Si se mantienen firmes, se salvarán.


Simón le respondió: ―Maestro, toda la noche hemos trabajado sin descanso y no hemos pescado nada. Pero, puesto que tú me lo mandas, voy a echar las redes.


La que cayó en buena tierra representa a los que oyen la palabra con un corazón bueno y sincero. Estos la retienen y, porque perseveran, producen una buena cosecha.


Les harán todo esto por causa de mi nombre, porque ellos no conocen al que me envió.


Regocíjense en la esperanza, tengan paciencia si sufren y nunca dejen de orar.


Saludos a Trifena y a Trifosa, obreras esforzadas del Señor. Saluden también a mi querida hermana Pérsida, que ha trabajado tanto por el Señor.


Dará la vida eterna a quienes con paciencia hacen el bien y buscan gloria, honra y vida eterna;


Pero mantenernos esperando de Dios lo que todavía no se ha manifestado nos enseña a tener paciencia.


El amor disculpa todos los errores, siempre confía en la persona amada, espera de ella lo mejor y todo lo soporta.


que obedezcan a Estéfanas, así como a cualquiera que, como ellos, haga ese duro trabajo.


Así que no queremos que se nos atribuya el trabajo que otros han realizado entre ustedes. Al contrario, esperamos que ustedes se desarrollen en la fe y que, dentro de los límites que se nos han concedido, nuestra obra entre ustedes se amplíe bastante.


¿Sirven a Cristo? ¡Mucho más lo he servido yo! (y sigo con mi locura). He trabajado más duramente, me han encarcelado más veces, me han azotado severamente, y me he visto en peligro de muerte muchas veces.


Dios, en su misericordia, es el que nos permite servirle, y por eso no nos damos nunca por vencidos.


Por eso, nunca nos damos por vencidos. Aunque este cuerpo nuestro se va desgastando, por dentro nos renovamos cada vez más.


Por lo tanto, procuramos siempre agradarle, ya sea que estemos en este cuerpo o que ya no estemos en él.


Nos han azotado, encarcelado y nos hemos enfrentado a airadas multitudes; hemos trabajado hasta el agotamiento, hemos pasado noches en vela y sin comer.


Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas y así estarán obedeciendo la ley de Cristo.


Así que no nos cansemos de hacer el bien, porque si lo hacemos sin desmayar, a su debido tiempo recogeremos la cosecha.


No se aparten nunca de la palabra de vida. De esa manera, cuando Cristo vuelva me sentiré satisfecho de no haber corrido ni trabajado en vano.


Y a ti, mi fiel compañero, te pido que ayudes a estas mujeres. Porque han luchado a mi lado junto con Clemente y mis demás ayudantes en la obra del evangelio. Sus nombres ya están en el libro de la vida.


Además, estarán llenos del grande y glorioso poder divino para perseverar a pesar de las circunstancias adversas;


Cuando oramos a nuestro Dios y Padre, los recordamos constantemente a causa de la fe que tienen y demuestran con hechos, del amor que los empuja al trabajo, y de la esperanza en nuestro Señor Jesucristo que los mantiene firmes.


Recuerden, hermanos, cómo trabajamos y nos fatigamos por anunciarles el evangelio de Dios. De día y de noche trabajamos para no serle una carga a nadie.


Hermanos, les pedimos que respeten a los que trabajan entre ustedes, los guían y reprenden en el Señor.


Hermanos, nunca se cansen de hacer el bien.


Que el Señor los lleve a amar como Dios lo hace y a ser pacientes como Cristo.


Cuando queríamos comida la comprábamos; con fatiga y cansancio trabajábamos día y noche, para no ser una carga a ninguno de ustedes.


En efecto, si trabajamos arduamente y sufrimos mucho es porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el salvador de todos, particularmente de los que creen.


Los ancianos que cumplen bien con su deber en la iglesia, especialmente los que se dedican a predicar y enseñar, deben ser doblemente apreciados y recompensados.


Ustedes necesitan seguir confiando para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido.


Por eso, también nosotros, que estamos rodeados de tantos testigos, dejemos a un lado lo que nos estorba, en especial el pecado que nos molesta, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.


Por eso, salgamos a encontrarnos con él fuera del campamento, compartamos la deshonra que él sufrió,


Dios no es injusto. ¿Cómo podría él olvidar el ardor con que ustedes han trabajado o el amor que le han demostrado y le siguen demostrando al ayudar a los del pueblo santo?


No se vuelvan perezosos, sino sigan el ejemplo de los que por fe y con paciencia heredan las promesas de Dios.


Abraham esperó con paciencia hasta que un día Dios cumplió su promesa.


al entendimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción a Dios;


Yo, Juan, hermano de ustedes y compañero en el sufrimiento, en el reino y en la fortaleza que nos da Jesucristo, un día del Señor estaba en la isla de Patmos, a donde me habían desterrado por predicar la palabra de Dios y contar lo que sé de Jesucristo. Entonces quedé bajo el poder del Espíritu y escuché detrás de mí una voz que, estridente como toque de trompeta,


Por cuanto me has obedecido y has sido constante, te protegeré de la gran tribulación y tentación que vendrán sobre el mundo para poner a prueba a la humanidad.


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