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Amós 5:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

12 ¡Yo sé que sus crímenes son incontables, que sus injusticias no tienen límite! Ustedes oprimen a la gente honrada, los jueces se venden por dinero y en los tribunales condenan injustamente a los pobres.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Porque yo sé de vuestras muchas rebeliones, y de vuestros grandes pecados; sé que afligís al justo, y recibís cohecho, y en los tribunales hacéis perder su causa a los pobres.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Pues yo conozco la enorme cantidad de sus pecados y la profundidad de sus rebeliones. Ustedes oprimen a los buenos al aceptar sobornos y privan al pobre de la justicia en los tribunales.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Pues yo sé que son muchos sus crímenes y enormes sus pecados, opresores de la gente buena, que exigen dinero anticipado y hacen perder su juicio al pobre en los tribunales.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Yo conozco bien vuestras muchas transgresiones E innumerables pecados: Oprimís al justo, recibís soborno, Y atropelláis° a los pobres en la puerta.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Pues conozco vuestras muchas maldades y vuestros enormes pecados. Oprimen al justo, aceptan soborno y atropellan a los pobres en el tribunal.

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Amós 5:12
39 Tagairtí Cros  

Por cuanto ha oprimido a los pobres y se robó la casa que no construyó, jamás se repondrá.


o si he levantado contra el huérfano mi mano por contar con influencias en los tribunales.


Dichoso el hombre que tiene su aljaba llena de esta clase de flechas. No será avergonzado cuando se enfrente a sus enemigos a las puertas de la ciudad.


»La pobreza del hombre no es razón para torcer la justicia en su contra.


El soborno parece funcionar como vara mágica para el que lo ofrece, pues todo lo que emprende lo consigue.


No le robes al pobre porque es pobre, ni oprimas en los tribunales a los necesitados.


Tus caudillos son rebeldes, compinches de ladrones; todos son sobornables y no defienden a las viudas ni a los huérfanos.


de modo que no haya justicia para los pobres, las viudas y los huérfanos. Sí, es cierto que hasta roban a las viudas y a los niños sin padre.


el violento que riñe por un quítame allá esas pajas, el que acecha escondido para atacar al juez que lo condenó, y los que valiéndose de cualquier excusa cometen injusticias.


Les voy a decir quién puede vivir aquí: todas las personas honradas y justas que rehúsan obtener ganancias mediante fraude, que refrenan sus manos de recibir soborno, que se niegan a confabular con quienes planean homicidios, que cierran los ojos a todo lo que los atraiga al mal.


Pues bien, ambas cosas te ocurrirán en un instante, en un día te abrumará su plenitud: la viudez y la pérdida de tus hijos, a despecho de tu magia y brujería.


Aceptan soborno para pervertir la justicia; dejan libre al malvado y encarcelan al inocente.


Yo bien veo lo que hacen, sé lo que piensan, de modo que congregaré a todas las naciones y pueblos contra Jerusalén, en donde contemplarán mi gloria.


Porque estos hombres han hecho algo terrible en mi pueblo. Han cometido adulterio con las esposas de sus vecinos y han mentido usando mi nombre. Lo sé bien, porque he visto todo cuanto hacen, dice el Señor».


El pisotear a los prisioneros de su pueblo,


Sus mentiras han desalentado a los justos, cuando yo no lo quería. Y sus mentiras han alentado a los perversos prometiéndoles vida, aunque continúan viviendo cometiendo toda clase de maldades.


Yo conozco perfectamente a Israel, así que no me es extraña su conducta. Yo sé que Israel se ha ido tras la idolatría y que se han echado a perder por completo.


Ese día, ¡hasta el más valiente de todos tendrá que huir desnudo!». Lo ha dicho el Señor.


Yo mataré a su rey, junto con todos sus jefes militares y a sus jueces injustos». Lo ha dicho el Señor.


¡Cómo odian ustedes a los jueces honestos! ¡Cómo desprecian a la gente que dice la verdad!


¡Cuánto van a sufrir aquellos que convierten la «justicia» en algo amargo como el vinagre y les tiene sin cuidado el derecho de los pobres!


Escuchen, ustedes, comerciantes que explotan a los pobres y ustedes, terratenientes que causan la ruina de los necesitados arrebatándoles su tierra.


Los jueces son corruptos, pues reciben dinero para juzgar a favor de los ricos; los sacerdotes enseñan sólo si se les paga, y los falsos profetas le ponen precio a sus mensajes. Y como si esto fuera poco, mal usan el nombre del Señor, diciendo: «¡El Señor está entre nosotros! ¡Ningún mal nos puede acontecer!».


¡Se han vuelto expertos en hacer lo malo, a tal punto que no hay quien les supere en maldad! El gobernador exige recompensas, el juez acepta sobornos y el rico hace lo que le da la gana. ¡Por eso la ciudad se ha pervertido!


«Dentro de poco tiempo vendré y los juzgaré. Testificaré prontamente contra los hechiceros, contra los adúlteros, contra los mentirosos, contra los que roban a sus jornaleros, contra los que oprimen a las viudas y a los huérfanos, y contra los que son injustos con los extranjeros, sin tener temor de mí. Lo digo yo, el Señor Todopoderoso.


¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados, que hasta mataron a los que predijeron la venida del Justo, que ustedes acaban de traicionar y asesinar?


»Designa jueces y funcionarios administrativos en todas las ciudades que el Señor tu Dios te da. Ellos administrarán la justicia en todo el país.


y caigan sobre ellos grandes calamidades, este cántico les recordará las razones de su dolor. (Porque este cántico vivirá de generación en generación). Yo los conozco bien ya, aun antes de que entren en la tierra que prometí darles».


Ustedes no pagaron el salario a los obreros que les trabajaron sus campos, y ese hecho grita contra ustedes. El grito de protesta de esos trabajadores lo ha escuchado el Señor Todopoderoso.


Han acusado y matado al inocente sin que él pudiera defenderse.


Booz fue hasta la puerta de la ciudad y se sentó. En eso pasó por allí el pariente que había mencionado y lo llamó. ―Oye, ven acá. Siéntate y hablaremos un momento. Se sentaron.


Pero no eran como su padre, porque eran codiciosos. Aceptaban sobornos y se corrompían en la administración de la justicia.


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