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2 Samuel 21:22 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

22 Fue así como esos cuatro gigantes, descendientes de Rafá, el de Gat, fueron muertos por los soldados de David.

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Biblia Reina Valera 1960

22 Estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus siervos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Estos cuatro filisteos eran descendientes de los gigantes de Gat, pero David y sus guerreros los mataron.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Los cuatro eran hombres de Gat descendientes de Rafá. Fueron muertos por las manos de David y de sus guardias.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Estos cuatro eran hijos de Rafah en Gat, y cayeron por la mano de David, y por la mano de sus siervos.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Estos cuatro hombres eran descendientes de Rafá, de Gat; pero cayeron a manos de David y de sus servidores.

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2 Samuel 21:22
11 Tagairtí Cros  

Entonces, un gigante llamado Isbibenob intentó matarlo. Este hombre llevaba una espada nueva y una lanza de bronce, cuya sola punta pesaba más de tres kilos.


Estos fueron los gigantes descendientes de Rafá, el gigante de Gat, a quienes David y sus oficiales dieron muerte.


Pero con tu ayuda realizaremos grandes proezas. Porque él aplasta a nuestros enemigos.


Cantos de júbilo y victoria se elevan en las casas de los justos. El brazo poderoso del Señor ha hecho cosas maravillosas.


Con el auxilio de Dios, realizaremos proezas, porque él pisoteará a nuestros enemigos.


Volví a mirar por toda la tierra y descubrí que no siempre el más veloz gana la carrera, ni el más fuerte la batalla; que los sabios suelen ser pobres y los hombres diestros no son por fuerza famosos; todo es cuestión de suerte; de estar en el sitio adecuado en el momento oportuno.


El Señor dice: No se enorgullezca el sabio en su sabiduría, ni el poderoso en su poder, ni el rico en su riqueza.


¿Qué más se puede decir? Si Dios está de parte nuestra, ¿quién podrá estar contra nosotros?


A pesar de todo, nuestra victoria es absoluta, gracias a Cristo que nos amó.


Por lo tanto, te pido que me des la región montañosa que el Señor me prometió. Recordarás que cuando exploramos la tierra vimos que los anaceos vivían allí en ciudades con murallas muy grandes, pero si el Señor está conmigo yo los echaré de allí, como él prometió».


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