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2 Samuel 17:11 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

11 »Lo que sugiero es que movilice a todo Israel, desde Dan hasta Berseba, para que constituyan una gran fuerza. Usted, personalmente, debe guiar a sus hombres.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Aconsejo, pues, que todo Israel se junte a ti, desde Dan hasta Beerseba, en multitud como la arena que está a la orilla del mar, y que tú en persona vayas a la batalla.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 »Recomiendo que movilices a todo el ejército de Israel y que llames a los soldados desde tan lejos como Dan al norte y Beerseba al sur. De esa manera tendrás un ejército tan numeroso como la arena a la orilla del mar. Y te aconsejo que tú personalmente dirijas las tropas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Por eso más bien te aconsejo que mandes reunir a todo Israel, desde Dan hasta Bersebá, y tú mismo marcharás al frente de ese ejército tan numeroso como las arenas del mar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Por lo cual yo aconsejo que diligentemente sea reunido en derredor tuyo todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, en gran número, como la arena que hay en el mar,° y que tú en persona marches en medio de ellos.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Yo, por mi parte, aconsejo que todo Israel, desde Dan hasta Berseba, se reúna en torno a ti, numeroso como las arenas del mar, y que tú vayas en persona en medio de ellos.

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2 Samuel 17:11
14 Tagairtí Cros  

Además, tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. De modo que sólo quien sea capaz de contar el polvo de la tierra, podrá contar a tus descendientes.


Al día siguiente, Abraham se levantó temprano, preparó alimentos para el viaje, ató una vasija de cuero con agua a las espaldas de Agar y la despidió junto con su hijo. Ella se fue y anduvo de un lado para otro por el desierto de Berseba.


te bendeciré muchísimo. Tu descendencia será tan numerosa como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes poseerán las ciudades de sus enemigos.


Ahora, pues, le ruego que traiga al resto del pueblo y capture la ciudad, para que la ciudad lleve su nombre y no el mío».


El rey dijo a Joab, jefe de su ejército: ―Toma un censo de todo el pueblo, de uno a otro extremo de la nación, para que yo sepa con cuántos soldados puedo contar.


El rey de los sirios envió este otro mensaje a Acab: «¡Que los dioses me hagan más de lo que te puedo hacer a ti, si dejo que en Samaria quede el polvo suficiente para que cada uno de los que me siguen se lleve un puñado!».


En ese tiempo, los pueblos de Israel y Judá eran tan numerosos, como la arena del mar, que no se puede contar. Además, tenían comida y bebidas en abundancia, y todos vivían muy felices.


El Señor es célebre por la forma en que hace caer a los malvados en sus propios lazos.


Todos estos reyes respondieron afirmativamente, movilizando sus ejércitos, y se unieron para aplastar a Israel. Los ejércitos, con sus caballos y carros abarcaban todo lo que se podía ver alrededor de las aguas de Merón.


Entonces toda la nación de Israel envió a sus dirigentes y a cuatrocientos cincuenta mil hombres para que se reunieran delante del Señor en Mizpa. Vinieron desde Dan, desde Berseba y de todos los lugares intermedios, y desde el otro lado del Jordán, de la tierra de Galaad.


Los filisteos reclutaron un poderoso ejército de tres mil carros, seis mil jinetes y tantos soldados como arena hay en la playa, y acamparon en Micmás al este de Bet Avén.


Y todo Israel desde Dan a Berseba sabía que Samuel iba a ser un profeta del Señor.


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