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2 Samuel 14:30 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

30 Entonces Absalón dijo a sus siervos: «Vayan y préndanle fuego al campo de cebada de Joab, que está junto al mío». Ellos así lo hicieron.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Entonces dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está junto al mío, y tiene allí cebada; id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Finalmente Absalón les dijo a sus siervos: «Vayan y préndanle fuego al campo de cebada de Joab, el que está junto al mío». Entonces fueron y le prendieron fuego al campo tal como Absalón les había mandado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Entonces dijo a sus sirvientes: '¿Ven ustedes el campo de Joab que está al lado del mío, en el que se sembró cebada? Pues bien, vayan y préndanle fuego'. Los sirvientes de Absalón prendieron fuego al campo. Inmediatamente fueron los sirvientes de Joab a buscarlo con la ropa hecha tiras y le dijeron: 'Los sirvientes de Absalón prendieron fuego a todo el campo'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Entonces dijo a sus siervos: Mirad, la parcela de Joab está junto a la mía,° allí tiene la cebada. ¡Id y prendedle fuego! Y los siervos de Absalón prendieron fuego a la parcela.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Dijo entonces Absalón a sus servidores: 'Ya sabéis que el campo de Joab está junto al mío; allí tiene él la cebada. Id y prendedle fuego'. Y, en efecto, los criados de Absalón prendieron fuego al campo.

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2 Samuel 14:30
9 Tagairtí Cros  

llamó a Joab para que intercediera por él; pero Joab no quiso ir. Absalón lo mandó a buscar por segunda vez, pero nuevamente se negó a acudir.


Entonces Joab se presentó ante Absalón y le preguntó: ―¿Por qué tus siervos han quemado mi campo?


―¡Basta de decir necedades! —dijo Joab. Enseguida tomó tres dardos y los clavó en el corazón de Absalón, que aún colgaba vivo de la encina.


―¡Arrójenla por la ventana! —les ordenó Jehú. Ellos la arrojaron por la ventana, y su sangre salpicó la muralla y a los caballos que la pisotearon.


Sansón estaba furioso: ―No puedes culparme por lo que ahora va a ocurrir —le dijo.


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