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2 Samuel 14:22 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

22 Joab se inclinó a tierra delante del rey, lo bendijo y dijo: ―Al fin sé que mi señor, el rey, tiene buena voluntad hacia mí, pues me ha concedido esta petición.

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Biblia Reina Valera 1960

22 Y Joab se postró en tierra sobre su rostro e hizo reverencia, y después que bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu siervo que he hallado gracia en tus ojos, rey señor mío, pues ha hecho el rey lo que su siervo ha dicho.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Joab se inclinó rostro en tierra con profundo respeto y dijo: —Por fin sé que cuento con su favor, mi señor el rey, porque me ha concedido esta petición.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Joab se postró con el rostro en tierra y bendijo al rey, diciendo: 'Ahora que el rey solucionó el problema de su servidor, tengo la prueba de que está lleno de atenciones para mí'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Y Joab cayó en tierra sobre su rostro, se postró y bendijo al rey, y dijo Joab: Tu siervo sabe ahora que ha hallado gracia a tus ojos, mi señor, oh rey, pues el rey ha cumplido la petición de su siervo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Cayó entonces Joab rostro en tierra, postrándose, bendijo al rey y exclamó: 'Ahora sabe tu siervo, oh rey, mi señor, que cuento con tu favor, pues el rey va a cumplir los deseos de su siervo'.

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2 Samuel 14:22
13 Tagairtí Cros  

Entonces José llevó a su padre Jacob ante el faraón. Y Jacob bendijo al faraón.


Pero Noé contaba con la aprobación del Señor.


Entonces el rey llamó a Joab y le dijo: ―Bien, anda y trae a Absalón.


Joab fue a Guesur y trajo a Absalón a Jerusalén.


Cuando la mujer llegó ante el rey, se arrojó con el rostro al suelo frente a él y clamó: ―¡Mi señor, por favor, ayúdeme!


Todo el pueblo cruzó el río Jordán con el rey; y después que David besó y dio su bendición a Barzilay, este regresó a su casa.


El pueblo bendijo a todos los que se ofrecieron voluntariamente para ir a vivir a Jerusalén.


Todos se regocijaban al oír mis palabras. Hablaban bien de mí cuantos me veían.


Sus hijos se levantan y la bendicen, su esposo la alaba diciendo:


Un día Rut le dijo a Noemí: ―Quizás yo pueda ir a los campos de algún hombre bondadoso para recoger algunas de las gavillas que quedan tras los segadores. Y Noemí dijo: ―Muy bien, hija mía, ve a hacer lo que has dicho.


―¡Por supuesto que tú no lo sabes! —dijo David—. Tu padre sabe perfectamente bien la amistad que nos une, y seguramente ha pensado: “No se lo diré a Jonatán. ¿Para qué afligirlo?”. Pero la verdad es que estoy a un paso de la muerte; lo juro por el Señor y por tu propia alma.


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