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2 Reyes 9:17 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

17 El guardia que estaba en la torre de Jezrel vio a Jehú y a quienes iban con él, y gritó: «¡Alguien se acerca!». ―Envíen a un jinete para que vea si es amigo o enemigo —ordenó el rey Jorán.

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Biblia Reina Valera 1960

17 Y el atalaya que estaba en la torre de Jezreel vio la tropa de Jehú que venía, y dijo: Veo una tropa. Y Joram dijo: Ordena a un jinete que vaya a reconocerlos, y les diga: ¿Hay paz?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Cuando el centinela de la torre de Jezreel divisó a Jehú y a sus acompañantes acercándose, gritó a Joram: —¡Una compañía de soldados se aproxima! —Manda a un jinete a preguntarles si vienen en son de paz —ordenó el rey Joram.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 El vigía que estaba en la torre de Yizreel vio la tropa que venía con Jehú; dijo entonces: 'Veo una tropa'. Yoram le dijo: 'Búscate a un jinete y mándalo a su encuentro para que les pregunte si vienen como amigos o no'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Entonces el vigía que estaba en la torre de Jezreel, vio venir a la tropa de Jehú, y dijo: Veo una tropa. Y Joram dijo: Toma un jinete y envíalo a su encuentro, y que pregunte: ¿Hay paz?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 El centinela que estaba en la torre de Yizreel vio venir la tropa de Jehú y gritó: 'Veo venir tropas'. Dijo entonces Jorán: 'Toma un jinete y envíalo a su encuentro para que pregunte: ¿Hay paz?'.

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2 Reyes 9:17
17 Tagairtí Cros  

El centinela de la ciudad vio que una gran multitud venía bajando del cerro, y fue a decirle al rey: «Mucha gente viene bajando del cerro, por el camino de Joronayin». (Mientras tanto, Absalón se había lanzado a la fuga).


David estaba sentado a la puerta de la ciudad. Cuando el centinela subió a su puesto de vigilancia sobre el muro, vio que un hombre solo corría hacia ellos.


―Todo iba bien para mí —dijo—, y el reino era mío; todos esperaban que yo fuera el nuevo rey. Pero los papeles cambiaron, y todo pasó a manos de mi hermano, porque de esa manera lo quería el Señor.


Así que tomaron dos carros de combate, y fueron a investigar qué había acontecido en el campamento de los sirios, tal como el rey les había indicado.


Jehú, por su parte, regresó para reunirse con los jefes, y uno de ellos le preguntó: ―¿Qué quería ese tonto? ¿Está todo bien? ―Ustedes saben muy bien quién era y lo que quería —respondió Jehú.


Luego Jehú subió a un carro de combate y se dirigió a Jezrel, donde el rey Jorán se encontraba recuperándose de sus heridas. Ocozías, rey de Judá, se encontraba allí, pues había ido a visitar al rey Jorán.


El jinete salió al encuentro de Jehú. ―El rey desea saber si eres amigo o enemigo —le preguntó—. ¿Vienes en son de paz? ―¡Eso a ti no te importa! —le respondió Jehú—. ¡Sígueme! El guardia dio voces avisándole al rey que el mensajero se había reunido con Jehú y sus compañeros, pero que no volvía.


Entonces el rey envió a un segundo jinete, quien los alcanzó y, en el nombre del rey, preguntó si las intenciones que traían eran amistosas o no. ―¡Eso a ti no te importa! —le respondió Jehú—. ¡Sígueme!


Porque sus líderes son unos incapaces. No se dan cuenta del peligro en el que está mi pueblo. Más bien se pasan la vida durmiendo y soñando.


¡Oh Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas que ni de día ni de noche dejan de decir: No descansen todos los que oran,


Samuel hizo lo que el Señor le ordenó. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron temblando a su encuentro. ―¿Qué pasa? —le preguntaron—. ¿A qué has venido?


David dejó las cosas que llevaba en manos del encargado de las armas y provisiones y corrió a las filas en busca de sus hermanos.


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