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2 Reyes 6:26 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

26-30 Un día que el rey de Israel caminaba sobre el muro de la ciudad, una mujer lo llamó: ―¡Auxilio, señor mío, mi rey! ―Si el Señor no te ayuda, ¿qué puedo hacer yo? —le contestó—. No tengo comida ni vino para darte. Pero, ¿de qué se trata? Ella respondió: ―Esta mujer me propuso que nos comiéramos a mi hijo un día y el suyo al día siguiente. Cocinamos a mi hijo y nos lo comimos, pero al día siguiente, cuando yo le dije: “Ahora nos corresponde comernos a tu hijo” ella lo escondió. Cuando el rey oyó esto, rasgó su ropa. (El pueblo que observaba se dio cuenta, al rasgarse él la ropa, que estaba vestido de ropas ásperas).

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

26 Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó, y dijo: Salva, rey señor mío.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Cierto día, mientras el rey de Israel caminaba por la muralla de la ciudad, una mujer lo llamó: —¡Mi señor el rey, por favor, ayúdeme! —le dijo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Cierta vez que pasaba el rey por la muralla, una mujer le gritó: '¡Sálvame, oh rey mi señor!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Y sucedió que el rey de Israel pasaba por el muro, cuando una mujer clamó a él diciendo: ¡Ayúdame, mi señor, oh rey!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Paseaba el rey de Israel por la muralla cuando una mujer empezó a gritarle: '¡Sálvame, oh rey, mi señor!'.

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2 Reyes 6:26
7 Tagairtí Cros  

La gente de Egipto comenzó a sentir el hambre, pues la tierra dejó de producir. Entonces iban donde el faraón a rogarle que les diera alimentos. El faraón los enviaba a José: ―Hagan todo lo que él diga —les decía.


Cuando la mujer llegó ante el rey, se arrojó con el rostro al suelo frente a él y clamó: ―¡Mi señor, por favor, ayúdeme!


Como resultado hubo gran hambre en la ciudad. Al poco tiempo la cabeza de un burro se vendía hasta por ochenta monedas de plata, y un cuarto de litro de estiércol de paloma, por cinco.


¡Ay! ¿Qué harán cuando yo los visite en el día en que de lejanas tierras haga caer sobre ustedes la desolación? ¿A quién se volverán entonces en busca de socorro? ¿En dónde pondrán a salvo sus tesoros?


En ese mismo pueblo vivía una viuda que no se cansaba de decirle: “Hágame usted justicia contra mi enemigo”.


«¡Varones israelitas! —gritaron agarrándolo por los brazos—. ¡Ayúdennos! Este es el hombre que predica contra nuestro pueblo y anda por ahí aconsejando que desobedezcan las leyes judías. ¡Y hasta se ha atrevido a hablar contra el templo y a profanarlo introduciendo griegos en él!».


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