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2 Reyes 4:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

1 Un día la esposa de uno de los miembros de la escuela de profetas le contó a Eliseo que su esposo había muerto. Era un hombre que amaba a Dios, según dijo ella. Pero al morir debía algún dinero, y el acreedor le estaba exigiendo su pago. Si ella no pagaba, la amenazó con llevarse a sus dos hijos como esclavos.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Cierto día, la viuda de un miembro del grupo de profetas fue a ver a Eliseo y clamó: —Mi esposo, quien te servía, ha muerto, y tú sabes cuánto él temía al Señor; pero ahora ha venido un acreedor y me amenaza con llevarse a mis dos hijos como esclavos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Una de las mujeres de los hermanos profetas mandó llamar a Eliseo: 'Tu servidor, mi marido, ha muerto, dijo ella, y tú sabes que tu servidor temía a Yavé. Pues bien, un hombre a quien debíamos dinero vino a tomar a mis dos hijos para hacerlos sus esclavos'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Una cierta mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo diciendo: Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo era temeroso de YHVH. Ahora un acreedor ha venido a tomar a mis dos hijos como esclavos suyos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Una mujer, de entre las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciéndole: 'Mi marido, tu siervo, ha muerto, y bien sabes tú que tu siervo era temeroso de Yahveh. Pero el acreedor ha venido a llevarse a mis dos hijos para esclavos suyos'.

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2 Reyes 4:1
35 Tagairtí Cros  

―¡Suelta el cuchillo! No le hagas ningún daño al muchacho —le dijo el ángel—. Ahora sé que de verdad tienes temor de Dios, porque no te negaste a darme a tu único hijo.


El hombre que estaba a cargo de la casa de Acab era Abdías, un devoto servidor del Señor. Una vez, cuando la reina Jezabel trató de matar a todos los profetas del Señor, Abdías escondió a un centenar de ellos en dos cuevas, cincuenta en cada una, y los alimentó con pan y agua.


Mientras tanto, el Señor habló a uno de los profetas para que le dijera a otro hombre: ―¡Golpéame! Pero el hombre se negó a hacerlo.


Cuando los jóvenes profetas de Jericó vieron lo ocurrido, exclamaron: «¡El espíritu de Elías está sobre Eliseo!». Y fueron a su encuentro, y lo saludaron con respeto.


Allí los jóvenes que se preparaban para la labor profética salieron a recibirlos, y le preguntaron a Eliseo: ―¿Sabes que hoy el Señor va a llevarse a tu maestro de tu lado? ―¡Cállense! —dijo Eliseo—. ¡Desde luego que lo sé!


Entonces los jóvenes que se preparaban para profetas en Jericó se acercaron a Eliseo, y le preguntaron: ―¿Sabes que hoy el Señor va a llevarse a tu maestro de tu lado? ―¡Cállense! —les ordenó—. ¡Por supuesto que lo sé!


Eliseo regresó a Guilgal. Había hambre en la tierra. Un día, mientras enseñaba a los jóvenes profetas, le dijo a Guiezi: ―Haz un guiso para que cenen estos hombres.


Inmediatamente Eliseo advirtió al rey de Israel: «No vayan a tal lugar (y nombró el mismo lugar), porque los sirios están poniendo emboscadas contra ustedes allí».


También acordamos que si los extranjeros venían el día sábado o en algún día de fiesta a vendernos trigo u otros productos, no les compraríamos nada. Además, acordamos no cultivar la tierra cada siete años, y perdonar y dar por canceladas las deudas de nuestros hermanos judíos.


ordené asumir el gobierno de Jerusalén a mi hermano Jananí y a Jananías, el comandante de la fortaleza, hombre muy fiel que temía a Dios, más que cualquier otro en el pueblo.


porque su misericordia para los que le temen es tan grande como la altura de los cielos sobre la tierra.


Pero el amor del Señor permanece para siempre con aquellos que le temen. Su salvación está con los hijos de sus hijos,


y a todos, grandes y pequeños que le temen.


Pero su gozo está en quienes lo honran; en aquellos que confían en su gran amor.


Así como el rico es amo del pobre, el que pide prestado es siervo del que le presta.


Y esta es mi conclusión definitiva: teme a Dios y obedece sus mandamientos, porque esto es lo más importante para todo hombre y mujer.


Pero aunque el ser humano peque cien veces y continúe viviendo, sé que le irá mejor a quien teme a Dios y le guarda reverencia.


El Señor pregunta: ¿Los entregué yo en manos de mis acreedores? ¿Será por eso que no están presentes? ¿Está ausente su madre porque yo me divorcié de ella y la despedí? No, se han entregado ustedes mismos por sus pecados, y a su madre se la llevaron en pago de sus deudas.


Les dije que todo esclavo hebreo debe ser liberado luego de servir seis años, pero no lo hicieron así.


podrá ser redimido por uno de sus hermanos,


Entonces los que respetaban y amaban al Señor hablaron de él a sus compañeros. Y el Señor anotó en un libro de memorias los nombres de los que honran y respetan su fama.


»Pero para ustedes que respetan mi fama, se levantará el Sol de Justicia trayendo en sus rayos la salvación. Entonces serán libres y saltarán con gozo, como los terneros que son sacados del establo.


Como no podía pagarle, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, y también a su esposa, a sus hijos y sus posesiones.


Pero su acreedor no quiso conceder ninguna prórroga, y lo hizo arrestar y meter a la cárcel hasta que la deuda quedara completamente saldada.


»Así hará mi Padre celestial al que se niegue a perdonar a algún hermano».


»Hermanos, descendientes de Abraham, y cualquier gentil que reverencie a Dios: esta salvación es para todos nosotros.


pues al que no ha tenido compasión se le juzgará sin compasión. Y el que ha mostrado compasión triunfará a la hora del juicio.


¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? Porque sólo Tú eres santo. Las naciones vendrán y te adorarán, porque tus obras de justicia ya se han manifestado».


Y del trono brotó una voz que decía: «Alaben al Dios nuestro los siervos del Señor que le temen, pequeños y grandes».


Estando en Moab murió Elimélec, y Noemí quedó con sus dos hijos.


Y pronto comenzaron a llegar otros también: los que tenían algún tipo de problema o deudas, o los que simplemente estaban descontentos, hasta que David se encontró al frente de unos cuatrocientos hombres.


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