2 Reyes 2:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008
4 Poco después Elías dijo a Eliseo: ―Quédate en Betel, porque el Señor me ha enviado a Jericó. Pero Eliseo le replicó: ―Juro por el Señor y por tu vida que no te dejaré. Y se fueron juntos a Jericó.
4 Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó.
4 Entonces Elías le dijo a Eliseo: —Quédate aquí, porque el Señor me dijo que fuera a Jericó. Pero Eliseo le respondió de nuevo: —Tan cierto como que el Señor vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré! Así que continuaron juntos a Jericó.
4 Elías le dijo: 'Eliseo, quédate aquí por favor, porque Yavé me manda a Jericó'. Pero él respondió: 'Tan cierto como que Yavé vive y que yo vivo, que no te dejaré'. Y así llegaron a Jericó.
4 Y Elías le dijo: Eliseo, quédate ahora aquí, porque YHVH me ha enviado a Jericó. Pero él dijo: ¡Vive YHVH y vive tu alma que no te dejaré! Y fueron a Jericó.
4 Y Elías dijo a Eliseo: 'Quédate aquí, porque Yahveh me envía a Jericó'. Pero él respondió: '¡Por vida de Yahveh y tu vida, que no te abandonaré!'. Y llegaron a Jericó.
Fue durante su reinado que Jiel, un hombre de Betel reedificó la ciudad de Jericó. Cuando puso los cimientos, murió su hijo mayor Abirán; y cuando la completó y colocó las puertas, murió su hijo menor Segub. Así se cumplió la maldición que el Señor había lanzado sobre Jericó, por medio de Josué hijo de Nun.
―Quédate aquí, porque el Señor me ha dicho que vaya a Betel. Pero Eliseo le respondió: ―Juro por el Señor y por tu vida que no te dejaré. Entonces fueron juntos a Betel.
Pero la madre del niño dijo: ―¡Le juro que si no me acompaña, no me iré de aquí! De eso puede estar tan seguro como que el Señor y usted viven. Entonces Eliseo fue con ella.
Los habitantes de Jericó mantenían las puertas de la ciudad bien cerradas porque tenían miedo de los israelitas. Nadie podía salir ni entrar. Entonces el Señor le dijo a Josué:
Entonces Josué lanzó una terrible maldición sobre cualquiera que reedificara la ciudad de Jericó. Advirtió que cuando fueran puestos los cimientos, el hijo mayor del constructor moriría, y cuando fueran colocadas las puertas moriría el hijo menor.
Pero Rut replicó: ―No me pidas que te deje y me aparte de ti; adondequiera que tú vayas iré yo, y viviré donde tú vivas; tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.