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2 Reyes 19:26 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

26 Por eso, los pueblos que has conquistado no pudieron contra ti. Paralizados de terror y avergonzados, quedaron cual hierba del campo, cual césped tierno, como heno de los terrados que se marchita antes de la cosecha.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confundidos; vinieron a ser como la hierba del campo, y como hortaliza verde, como heno de los terrados, marchitado antes de su madurez.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Por eso sus habitantes tienen tan poco poder y están tan asustados y confundidos. Son tan débiles como la hierba, tan fáciles de pisotear como tiernos brotes verdes. Son como hierba que sale en el techo de una casa, que se quema antes de poder crecer alta y lozana.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 sus habitantes, quedaban sin fuerza, estaban asustados, llenos de miedo; eran como la hierba del campo, como el césped aún verde, como el musgo que crece sobre los techos, como el grano que se pasma antes de ser espiga.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 y sus habitantes, faltos de fuerza, con la vergüenza de la derrota,° sean como la hierba del campo, hierba tierna, herbaje de azoteas,° y mies agostada antes de espigar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 sus moradores, faltos de fuerzas, quedaron aterrados y confusos: fueron como hierba del campo, como el verde musgo, como jaramago en los tejados, como mies agostada antes de espigar.

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2 Reyes 19:26
18 Tagairtí Cros  

Entonces, del mismo tallo, salieron siete espigas delgadas y marchitas.


De repente, de la caña salieron otras siete espigas, pero estas eran delgadas y estaban vacías y las marchitaba el viento que venía del desierto.


Pasa veloz mi vida como las sombras de la noche. Me voy marchitando como la hierba


Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los albañiles. Si el Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes.


que si bien los malvados florecen como malas hierbas, lo único que les espera es eterna destrucción.


y están llenos de miedo. El terror los atenaza con terribles dolores como los de la mujer a punto de dar a luz. Se miran unos a otros, indefensos, mientras las llamas de la ciudad incendiada se reflejan en sus pálidos rostros.


Aunque destruyeras a todo el ejército babilónico, aunque sólo quedara un puñado de sobrevivientes que yacieran heridos en sus tiendas, aún así saldrían tambaleantes de sus tiendas, te derrotarían y prenderían fuego a esta ciudad.


Ya no luchan sus más fuertes guerreros, permanecen en sus cuarteles. Perdieron su valentía, parecen mujeres. Los invasores han incendiado las casas y han derribado las puertas de la ciudad.


Todos los caminos de retirada están copados, las fortalezas están en llamas y el ejército es presa de pánico.


Entonces el Señor dijo a Moisés: ―¿Cuándo he sido débil? ¡Ahora verás que mi palabra se cumple!


No se rebelen contra el Señor y no teman al pueblo que habita en aquella tierra. Los venceremos fácilmente. El Señor está con nosotros y se ha apartado de ellos. No teman.


Lo que les digo en la penumbra, proclámenlo a la luz del día; y lo que les susurro al oído, divúlguenlo desde las azoteas.


«Todo humano es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo; la hierba se seca y la flor se cae,


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