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2 Reyes 18:14 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

14 El rey Ezequías quería la paz, y envió este mensaje al rey de Asiria, que estaba en Laquis: «He hecho mal. Pagaré cualquier tributo que me pidas, con tal de que te vayas». El rey de Asiria le exigió nueve mil novecientos kilos de plata y novecientos noventa kilos de oro.

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Biblia Reina Valera 1960

14 Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis: Yo he pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Entonces el rey Ezequías envió el siguiente mensaje al rey de Asiria que estaba en Laquis: «Yo he actuado mal. Si tú te retiras, te pagaré cualquier tributo que exijas». Así que el rey de Asiria exigió un pago de más de diez toneladas de plata y una tonelada de oro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Entonces Ezequías rey de Judá mandó este mensaje al rey de Asur, que estaba en Laquis: '¡Me he portado mal! Aléjate de mí y haré lo que me pidas'. El rey de Asur exigió a Ezequías rey de Judá trecientos talentos de plata y treinta talentos de oro.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria en Laquis: Me he equivocado;° retírate de mí, y aceptaré lo que me impongas. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Entonces Ezequías, rey de Judá, envió esta embajada a Laquis para decir al rey de Asiria: 'He pecado; aléjate de mí y pagaré lo que me impongas'. El rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro.

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2 Reyes 18:14
9 Tagairtí Cros  

Por su parte, Acab le envió esta respuesta: «Bien, señor mío, tal como tú lo dices, yo soy tuyo, y todo lo que tengo es tuyo».


Entonces el administrador de los asuntos del palacio y el gobernador de la ciudad, junto con las demás autoridades de la ciudad y los que cuidaban a los hijos de Acab, le enviaron este mensaje: «Jehú, somos tus siervos y haremos todo lo que nos digas. No proclamaremos como rey a ninguno de los hijos de Acab. Queremos que tú seas nuestro rey. Haz lo que creas conveniente».


Hubo una conspiración contra su vida en Jerusalén, y él huyó a Laquis; pero sus enemigos lo persiguieron, y allí lo mataron.


Por esta razón el Señor estuvo con él y lo hizo prosperar en todo lo que emprendió. Se rebeló contra el rey de Asiria y se negó a seguir pagando tributos.


El Rabsaces asirio regresó ante su rey, y lo encontró en Libná, porque se había retirado de Laquis.


El temor al hombre es una trampa peligrosa, pero la confianza en el Señor trae seguridad.


Por entonces el ejército babilónico sitiaba a Jerusalén, Laquis y Azeca, las únicas ciudades amuralladas de Judá que aún quedaban en pie.


Si ve que no puede, enviará una delegación para pedir condiciones de paz mientras el enemigo está todavía lejos.


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