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2 Reyes 13:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

7 Fue tanto el daño que el rey de Siria le había ocasionado a Israel, que sólo le quedaron cincuenta hombres de caballería, diez carros de combate y diez mil hombres de infantería.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Porque no le había quedado gente a Joacaz, sino cincuenta hombres de a caballo, diez carros, y diez mil hombres de a pie; pues el rey de Siria los había destruido, y los había puesto como el polvo para hollar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Finalmente, el ejército de Joacaz quedó reducido a cincuenta conductores de carros de guerra, diez carros de guerra y diez mil soldados de infantería. El rey de Aram había matado a los demás, pisoteándolos como al polvo debajo de sus pies.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 De todo su ejército sólo le quedaron a YoAjaz cincuenta soldados de caballería, diez carros y diez mil soldados de infantería, pues el rey de Aram lo había aplastado y reducido a polvo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Aunque a Joacaz no le habían quedado sino cincuenta jinetes, diez carros y diez mil hombres de infantería, pues el rey de Siria los había destruido y los había puesto como polvo de la trilla.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Por eso no le quedó a Joacaz más ejército que cincuenta jinetes, diez carros y diez mil infantes, porque el rey de Aram los había destruido y los había dejado como polvo de trilla.

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2 Reyes 13:7
17 Tagairtí Cros  

Los derroté hasta hacerlos polvo, y los molí y esparcí como polvo de las calles.


Entonces Acab pasó revista a los siervos de los príncipes de las provincias, que eran doscientos treinta y dos. Luego pasó revista a todo el pueblo, el cual estaba integrado por siete mil hombres.


El rey Acab, por su parte, conformó su ejército, estableció la línea de aprovisionamiento, y salió a ofrecer batalla; pero los israelitas parecían un par de rebaños de cabritos, en comparación con las fuerzas sirias que llenaban todo el campo.


Por aquel tiempo, el Señor comenzó a quitarle territorio a Israel. El rey Jazael atacó a Israel por todas partes, y les quitó las regiones de Galaad, Gat y Rubén; también conquistó parte de Manasés, desde el río Aroer, cerca del arroyo de Arnón, hasta Galaad y Basán.


El resto de la historia de Joacaz está escrito en el libro de los reyes de Israel.


―¿Qué le pasa a mi señor? —le preguntó Jazael. Eliseo le respondió: ―Yo sé las cosas terribles que le harás al pueblo de Israel. Quemarás sus ciudades fortificadas, matarás a los jóvenes, estrellarás a los niños contra las rocas, y abrirás el vientre a las mujeres embarazadas.


De modo que los hice polvo y los lancé al viento. Los arrojé como basura del piso.


»Mi señor, el rey de Asiria, quiere hacer contigo una pequeña apuesta: ¿A que en tu ejército no te quedan dos mil hombres? Si te quedan, él te dará dos mil caballos para que ellos los monten. Con tan insignificante ejército, ¿cómo crees poder enfrentarte siquiera al más pequeño escuadrón de mi señor? Porque de Egipto no obtendrás socorro.


¿Quién ha incitado a este desde el oriente, que encuentra la victoria a cada paso? ¿Quién será, sino el Señor? Dios le ha dado victoria sobre muchas naciones, y le ha permitido pisotear a reyes y atravesar con la espada ejércitos enteros.


¡Una multitud inmensa se ha reunido en el valle llamado de la Decisión! ¡Está cercano el día en que el Señor llegará al valle de la Decisión a juzgar a las naciones!


Me volveré contra ustedes, y huirán delante de sus enemigos. Los que los odian los gobernarán, y ustedes huirán sin que nadie los persiga.


El Señor dice: «Los habitantes de Damasco han acumulado maldades sobre maldades, así que no los dejaré sin el castigo que se merecen. Porque han maltratado tanto a los habitantes de Galaad que parece que los han trillado con trillos de hierro, tal como si fueran trigo.


»Les envié plagas como las enviadas sobre Egipto. Maté a sus jóvenes en la guerra, junto con sus caballos. El hedor de los cadáveres era tan fuerte que se sentía en todo el país. Pero no sirvió de nada, pues ustedes ni por ello acudieron a mí para que los ayudara. Lo ha dicho el Señor.


Sin más, Samuel se fue de Gilgal a Guibeá de Benjamín. Cuando Saúl contó los soldados que aún estaban con él, encontró que eran sólo seiscientos.


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