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2 Reyes 11:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

12 Entonces Joyadá sacó al joven príncipe, le puso la corona en la cabeza y le dio una copia del pacto. Luego le derramó aceite sobre la cabeza y lo declaró rey de Judá. Todos aplaudieron y gritaron: «¡Que viva el rey!».

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

12 Sacando luego Joiada al hijo del rey, le puso la corona y el testimonio, y le hicieron rey ungiéndole; y batiendo las manos dijeron: ¡Viva el rey!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Entonces Joiada sacó a Joás, el hijo del rey, puso la corona sobre su cabeza y le entregó una copia de las leyes de Dios. Lo ungieron y lo proclamaron rey, y todos aplaudieron y gritaron: «¡Viva el rey!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Entonces el sacerdote pidió al hijo del rey que se acercara, y le puso la corona y los brazaletes reales. Lo proclamaron rey y lo consagraron; todo el mundo aplaudía y gritaba '¡Viva el rey!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Sacó° luego al hijo del rey, le puso la corona, le dio el Testimonio,° y lo proclamó rey, y lo ungieron, y aplaudieron gritando: ¡Viva el rey!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Joadá sacó entonces al hijo del rey, le puso la corona y el libro de la ley, lo proclamaron rey y lo ungieron. Luego batieron palmas y gritaron: '¡Viva el rey!'.

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2 Reyes 11:12
45 Tagairtí Cros  

Así que me acerqué y lo maté, pues vi que no le quedaba ninguna esperanza de vida. Tomé luego su corona y uno de sus brazaletes para traérselos a usted, señor mío.


Cuando el amigo de David, Husay el arquita llegó, fue inmediatamente a ver a Absalón. ―¡Que Dios dé larga vida al rey! —exclamó—. ¡Que viva el rey!


Hasta allá fueron los dirigentes de Judá y lo coronaron rey de Judá. Cuando David supo que los hombres de Jabés de Galaad habían enterrado a Saúl,


Les pido que se animen y sean valientes, pues aunque su señor Saúl ha muerto, la tribu de Judá me ha ungido como su rey».


Entonces David hizo un pacto delante del Señor con los jefes de Israel en Hebrón, y ellos lo coronaron rey de Israel.


Hoy él celebró su coronación sacrificando bueyes y becerros gordos, y ha invitado a los hijos del rey para que asistan a las festividades. Además, invitó al general Joab y al sacerdote Abiatar. Están festejando y bebiendo con él y gritando: “¡Viva el rey Adonías!”.


y el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo ungirán allí como rey de Israel. Luego hagan sonar las trompetas y aclamen: “¡Viva el rey Salomón!”.


En Guijón, Sadoc tomó el cuerno de aceite sagrado del santuario y lo derramó sobre Salomón. Luego hicieron sonar las trompetas, y todo el pueblo aclamó: «¡Viva el rey Salomón!».


Y, ¿qué de aquellos males que le causaste a mi padre, el rey David? ¡Que el Señor te castigue por tu maldad,


Los guardianes, con las armas preparadas, se pararon en frente del santuario y rodearon el altar, desde el lado sur hasta el lado norte, para proteger al rey.


El único que se salvó fue Joás, que tenía un año de edad, porque su tía Josaba, hija del rey Jorán y hermana del rey Ocozías, logró sacarlo y esconderlo en un dormitorio, junto con su niñera, cuando los demás hijos del rey estaban a punto de ser ejecutados.


En el séptimo año de Atalía, el sacerdote Joyadá mandó a llamar a los jefes de la guardia del palacio y a la escolta real. Se reunió con ellos en el templo del Señor, y luego de hacerles prometer que guardarían el secreto, les mostró al hijo del rey.


Ellos prontamente pusieron sus capas a modo de alfombras en el piso, y tocaron la trompeta y gritaron: «¡Que viva el rey Jehú!».


y derrama aceite sobre su cabeza. Dile que el Señor lo ha ungido como rey de Israel. Tan pronto hagas esto, sal corriendo y no te detengas».


Entonces sacaron al príncipe y lo coronaron, y le entregaron una copia de la ley de Dios y lo proclamaron rey. Y mientras Joyadá y sus hijos lo ungían, gritaron en forma estruendosa: «¡Viva el rey!».


Y sucedió que el rey amó a Ester más que a cualquiera de sus otras mujeres. Se sintió tan complacido con ella que le puso la corona real en la cabeza y la proclamó reina en lugar de Vasti.


Vestiré de vergüenza a sus enemigos, pero él será un rey glorioso».


Con triunfo y prosperidad lo recibiste para darle el trono. Le pusiste regia corona de oro purísimo.


Él pidió larga y buena vida y tú se la concediste; los días de su vida se prolongan para siempre.


¡Vengan todos, y den palmadas de júbilo! ¡Griten triunfantes alabanzas al Señor!


Porque él dio sus mandatos a Jacob y a Israel sus leyes, y ordenó a nuestros padres que las enseñaran a sus hijos,


Has renunciado a tu pacto con él. Porque tú has echado su corona en el polvo.


¡Que los ríos aplaudan con alegría y que los montes canten con gozo al Señor!


Cuando el cofre esté terminado, colocarás dentro de él las tablas que yo te daré con los Diez Mandamientos grabados en ellas.


Cuando terminó de hablar con Moisés sobre el monte Sinaí, Dios le entregó dos tablas de piedra con los Diez Mandamientos, escritos con su propio dedo.


En gozo y paz vivirán. Montes y collados, árboles del campo, todo el mundo que los rodea, se regocijará.


Escribe todo lo que voy a hacer, dice el Señor, y séllalo para el futuro. Encárgalo a algún hombre justo para que lo haga llegar a los justos de las generaciones futuras.


¡Contrasta las palabras de estas brujas con la palabra de Dios!, dice él. Si sus mensajes difieren de los míos, es que no proceden de mí, porque no hay en ellas luz de verdad.


De nuestro rey, el escogido del Señor, el que era para nosotros como el aire que respiramos, de quien decíamos: ¡Bajo su protección podremos resistir a cualquier nación sobre la tierra!, él también ha sido apresado.


Le dijeron al rey Nabucodonosor: «¡Que viva Su Majestad por siempre!


Entonces oyó una voz: ―¡Oh rey, viva para siempre!


Y delante y detrás del cortejo, el pueblo lo aclamaba: ―¡Viva el Hijo del rey David! ¡Alábenlo! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Gloria a Dios!


A alguien se le ocurrió ponerle una corona de espinas y una vara en la mano derecha a manera de cetro. Burlones, se arrodillaban ante él. ―¡Viva el Rey de los judíos! —gritaban.


»Eso es exactamente lo que está sucediendo en esta ciudad: el rey Herodes, el gobernador Poncio Pilato y los demás romanos, así como el pueblo de Israel, están unidos contra Jesús, tu ungido, tu santo siervo.


Ese Dios es precisamente el que nos mantiene firmes en Cristo, a ustedes y a nosotros. Él nos eligió


Amas lo justo y odias lo malo; y por eso Dios, el Dios tuyo, te ha dado más alegría que a los demás».


Sin embargo, vemos a Jesús, que fue hecho un poco inferior a los ángeles, y lo vemos coronado de gloria y honra por haber padecido la muerte por nosotros. De esta forma, por la gracia de Dios, la muerte de Jesús fue de beneficio para todos.


Los ojos de aquel jinete parecían llamas de fuego y en la cabeza traía muchas coronas. En la frente llevaba escrito un nombre cuyo significado sólo él conocía.


Entonces Samuel tomó una redoma de aceite de oliva y lo derramó sobre la cabeza de Saúl, lo besó en la mejilla y le dijo: ―Hago esto porque el Señor te ha señalado para que seas el rey de su pueblo, de Israel.


―Este es el hombre que el Señor ha escogido para que sea rey —dijo Samuel al pueblo—. No hay otro como él en todo Israel. Y todo el pueblo lo aclamó: ―¡Viva el rey!


Samuel tomó el aceite de oliva que había traído y lo derramó sobre la cabeza de David delante de sus hermanos. El Espíritu del Señor entonces descendió sobre él y le dio gran poder desde aquel día en adelante. Y Samuel regresó a Ramá.


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