2 Reyes 10:23 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008
23 Entonces Jehú y Jonadab hijo de Recab, entraron en el santuario de Baal y le dijeron a los adoradores de Baal: «Procuren que solamente haya adoradores de Baal entre los presentes. Que no haya ninguno de los que adoran al Señor».
23 Y entró Jehú con Jonadab hijo de Recab en el templo de Baal, y dijo a los siervos de Baal: Mirad y ved que no haya aquí entre vosotros alguno de los siervos de Jehová, sino solo los siervos de Baal.
23 Después Jehú entró al templo de Baal con Jonadab, hijo de Recab, y les dijo a los que veneraban a Baal: «Asegúrense de que aquí no haya nadie que adora al Señor, solo los que rinden culto a Baal».
23-24 Cuando Jehú llegó a la casa de Baal junto con Yonadab hijo de Reab, dijo a los seguidores de Baal: 'Averigüen y cerciórense de que aquí no haya ningún servidor de Yavé sino sólo los secuaces de Baal'. Luego entró para ofrecer los sacrificios y los holocaustos.
Jehú había ubicado afuera a ochenta hombres, a los que había dicho: 'Entregaré a esos hombres en sus manos, si alguno de ustedes deja escapar a uno solo, pagará con su vida'.
23 Luego Jehú entró con Jonadab ben Recab en el templo de Baal, y dijo a los siervos de Baal: Buscad para cercioraros de que no haya aquí con vosotros alguno de los siervos de YHVH, sino sólo los siervos de Baal.
23 Entró luego Jehú con Jonadab, hijo de Recab, en el templo de Baal, y dijo a los servidores de Baal: 'Mirad bien y aseguraos de que no haya aquí con vosotros ningún servidor de Yahveh, sino sólo servidores de Baal'.
Isboset tenía a su servicio a Baná y a Recab, que habían comandado bandas de ladrones. Baná y a Recab eran hijos de Rimón el berotita; por lo tanto eran benjaminitas, pues el pueblo de Berot era considerado como parte de la tribu de Benjamín, aunque sus habitantes habían huido a Guitayin, y se habían quedado viviendo allí.
Jehú le ordenó al encargado de cuidar los vestidos de los sacerdotes: «Quiero que les entregues los vestidos de los sacerdotes a los adoradores de Baal, para que se los pongan».
Cuando los sacerdotes de Baal comenzaron a ofrecer sacrificios y holocaustos, Jehú rodeó el edificio con ochenta de sus hombres y les dijo: «Si dejan escapar a alguno, lo pagarán con sus vidas».
pero se negaron. ¡No!, dijeron. No bebemos porque Jonadab nuestro padre, hijo de Recab, nos ordenó que ninguno de nosotros bebiera jamás y tampoco ninguno de nuestros hijos.
Dejen que crezcan juntos, y cuando llegue el tiempo de la cosecha daremos instrucciones a los segadores para que arranquen primero la cizaña y la quemen; y después, que pongan el trigo en el granero”».