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2 Pedro 3:10 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

10 Pero el día del Señor llegará como un ladrón. En aquel día, los cielos desaparecerán en medio de un estruendo espantoso, los cuerpos celestes serán destruidos por fuego, y la tierra y lo que en ella hay desaparecerán envueltos en llamas.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Pero el día del Señor llegará tan inesperadamente como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán con un terrible estruendo, y los mismos elementos se consumirán en el fuego, y la tierra con todo lo que hay en ella quedará sometida a juicio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Llegará el día del Señor como hace un ladrón, y entonces los cielos se desarmarán entre un ruido ensordecedor, los elementos se derretirán por el calor y la tierra con todo lo que hay en ella se consumirá.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Pero el día del Señor vendrá° como ladrón,° en el cual los cielos desaparecerán con gran estruendo, y los elementos se disolverán con el intenso fuego, y la tierra y las obras que en ella hay serán descubiertas.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En él desaparecerán los cielos con formidable estruendo, los elementos se disolverán abrasados por el fuego y quedará al descubierto la tierra con todas las obras que hay en ella.

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2 Pedro 3:10
36 Tagairtí Cros  

Ellos perecerán, pero tú permanecerás para siempre. Ellos se desgastarán como vestiduras viejas, y tú como ropa los cambiarás, y los dejarás a un lado.


Las naciones se alborotan y tambalean los reinos, pero cuando Dios habla, la tierra se funde.


Las montañas se funden como cera delante del Señor, dueño de toda la tierra.


En aquel día el Señor Todopoderoso marchará contra los orgullosos y altivos y los humillará hasta que estén postrados en el polvo.


La tierra se ha derrumbado en completa ruina. Todo está perdido, abandonado y confuso.


En aquel día los cielos se fundirán y desaparecerán como quien enrolla un pergamino, y como si fueran hojas, o fruta madura, caerán las estrellas.


Mira al alto cielo, y fíjate en la tierra abajo, porque el cielo se desvanecerá como humo, la tierra se gastará como vestidura, y el pueblo de la tierra morirá como moscas. Pero mi salvación y mi justicia permanecerán para siempre.


¡Ay, que ya viene el terrible día del Señor! ¡La anunciada destrucción de parte del Todopoderoso ya se aproxima!


¡Hagan sonar la alarma en Jerusalén! ¡Que el trompetazo de advertencia sea escuchado sobre mi santo monte! ¡Que todo el mundo tiemble de miedo, pues se acerca el día del juicio del Señor!


El sol se oscurecerá y la luna se pondrá roja como la sangre. ¡Eso acontecerá antes de que venga el grande y terrible día del Señor!


¡Una multitud inmensa se ha reunido en el valle llamado de la Decisión! ¡Está cercano el día en que el Señor llegará al valle de la Decisión a juzgar a las naciones!


»El tiempo vendrá cuando habrá tal abundancia de cosechas, que la temporada de la siega casi no habrá terminado cuando el agricultor comenzará de nuevo a sembrar para otra cosecha; y los montes sembrados de uvas producirán tanto, que sobrará el vino. ¡Sí, de las colinas bajará el vino como si fuera un río! Lo ha dicho el Señor.


Dios, el Señor Todopoderoso, toca la tierra y esta se derrite ante lo intenso de su cólera; la hace subir y bajar como si fuera el río Nilo, como ocurre en un terremoto. Por eso, lloran todos los habitantes de la tierra.


Es tanto el poder y la fuerza que irradia, que los montes se derriten a su paso y fluyen como cera puesta en el fuego; los valles se dividen como cortados por las aguas que se desbordan con fuerza.


Ante su presencia tiemblan los montes y se derriten las colinas; la tierra tiembla y los pueblos son destruidos.


»Miren, antes de que llegue mi día de juicio, que será un día muy impactante, yo les enviaré otro profeta como Elías.


El cielo y la tierra desaparecerán, pero mis palabras permanecerán, para siempre.


El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras nunca pasarán.


Dense cuenta de esto: Si el dueño de una casa supiera la hora a la que va a llegar el ladrón, estaría atento para no dejarlo entrar.


ya que la creación misma fue sometida a frustración. Eso no sucedió por su propia voluntad, sino que sucedió por la voluntad de Dios que así lo dispuso. Pero lo hizo con la confianza


Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que nadie los pueda culpar de nada en el día de nuestro Señor Jesucristo.


y a ese hombre entréguenlo a Satanás, para que su naturaleza pecaminosa sea destruida, con la esperanza de que su espíritu se salve en el día del Señor.


como ya han entendido, que pueden estar orgullosos de nosotros, de la misma manera que nosotros estaremos orgullosos de ustedes el día en que nuestro Señor Jesús regrese.


Ustedes saben muy bien que el día en que el Señor regrese llegará como un ladrón en la noche.


Pero ustedes, hermanos, no están en la oscuridad para que ese día los sorprenda como un ladrón.


Puesto que todo esto va a suceder, ¿no deberían ustedes vivir como Dios manda y tener una conducta que nadie pueda reprochar?


Sí, deberíamos vivir esperando la venida del día en que Dios prenderá fuego a los cielos, y los elementos se fundirán envueltos en llamas.


Pero Dios ha ordenado ahora que el cielo y la tierra sean reservados para el fuego, para el día del juicio en que todos los impíos serán destruidos.


Y a los ángeles que abandonaron el lugar de autoridad que Dios les había dado, ahora Dios los mantiene encadenados en prisiones de oscuridad en espera del gran día del juicio.


«Fíjate bien: Yo vengo como un ladrón. Dichoso el que me espera despierto, el que tiene su ropa lista para no tener que andar desnudo y avergonzado».


Y vi un gran trono blanco sobre el que alguien estaba sentado. Al verlo, la tierra y el cielo salieron huyendo, sin dejar rastro alguno.


Entonces vi un nuevo cielo y una nueva tierra, porque la tierra, el mar y el cielo que conocemos desaparecieron.


Vuélvete a lo que oíste y creíste al principio; guárdalo firmemente y arrepiéntete. Si no lo haces, iré a ti como ladrón, cuando menos lo esperes.


El cielo estrellado se fue enrollando como un pergamino hasta desaparecer, mientras las montañas y las islas fueron removidas de su lugar.


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