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2 Crónicas 9:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

6 Pero no lo creí, sino hasta que vine y lo vi con mis propios ojos. Tu sabiduría es mucho mayor de lo que pude imaginar. ¡Lo que me contaron no es ni la mitad de lo que en realidad es!

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Biblia Reina Valera 1960

6 pero yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto; y he aquí que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú superas la fama que yo había oído.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Yo no creía lo que se dijo hasta que llegué aquí y lo vi con mis propios ojos. De hecho, ¡lo que había oído no refleja ni la mitad de tu sabiduría! Supera ampliamente lo que me habían dicho.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Yo no daba crédito a lo que oía, hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos; y encuentro que no se me había contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría, pues tú superas todo lo que oí decir.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Yo no creía lo que se decía, hasta que yo misma he venido y lo he visto con mis propios ojos, y he aquí, no me había sido contada ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría. ¡Tú excedes a la fama que yo había oído!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 No daba yo crédito a lo que se decía, hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos. En realidad, no me dijeron ni la mitad, porque tu gran sabiduría supera la fama que había llegado a mis oídos.

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2 Crónicas 9:6
11 Tagairtí Cros  

Yo no lo creí hasta que vine, pero ahora lo he visto por mí misma. Ahora me doy cuenta de que lo que se me había dicho no era ni la mitad. Tu sabiduría y tu prosperidad superan todo lo que conozco.


Era más sabio que Etán el ezraíta, y que Hemán, Calcol y Dardá, los hijos de Majol; y fue conocido en todas las naciones de alrededor.


De todos los pueblos llegaba gente a escuchar la sabiduría de Salomón. Y los reyes que tenían noticias de su sabiduría enviaban mensajeros para solicitar su consejo.


Y exclamó delante del rey: «¡Todo cuanto oí decir de ti en mi país es verdad!


¡Qué gran privilegio tienen estos hombres de trabajar aquí y oírte hablar!


¡Cuán grande es tu bondad para los que a la vista de la gente declaran que tú los rescatarás! Porque guardas grandes bendiciones para quienes en ti confían y te reverencian.


¡Todos apreciarán la bondad y hermosura de Dios! ¡La felicidad del pueblo será muy grande! ¡Qué bello será todo aquello! ¡El trigo dará vigor a sus jóvenes, y el vino dulce alegrará a las muchachas!


Esto es lo que las Escrituras dicen: «Ningún mortal ha visto, ni oído, ni imaginado las maravillas que Dios tiene preparadas para los que aman al Señor».


Sí, amados míos, ahora somos hijos de Dios, y no podemos ni siquiera imaginarnos lo que vamos a ser después. Pero de algo estamos ciertos: que cuando él venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es.


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