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2 Crónicas 30:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

6 Así que los mensajeros recorrieron todo Israel y Judá, para dar a conocer a la gente el mensaje que contenían las cartas enviadas por el rey y sus oficiales. El mensaje era el siguiente: «Vuélvanse al Señor, Dios de Abraham, Isaac e Israel, para que él se vuelva a nosotros, los que hemos escapado del poder de los reyes de Asiria.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Fueron, pues, correos con cartas de mano del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, y decían: Hijos de Israel, volveos a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, y él se volverá al remanente que ha quedado de la mano de los reyes de Asiria.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Por orden del rey se enviaron mensajeros por todo Israel y Judá con cartas que decían: «Oh pueblo de Israel, vuélvanse al Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que él se vuelva a los pocos de nosotros que hemos sobrevivido la conquista de los reyes asirios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Los correos con las cartas del rey y de sus jefes recorrieron todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, para decir: 'Hijos de Israel, vuelvan a Yavé, el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que tenga compasión del resto que ha quedado de ustedes, los que han escapado de las manos de los reyes de Asur.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Y los mensajeros recorrieron todo Israel y Judá llevando las cartas del rey y de sus autoridades y proclamando por orden real: Hijos de Israel, volveos a YHVH, al Dios de Abraham, Isaac e Israel, y Él se volverá al remanente que de vosotros ha escapado de la mano de los reyes de Asiria.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Los correos, con las cartas de parte del rey y de sus jefes, recorrieron todo Israel y Judá, conforme al mandato del rey, que decía: 'Israelitas, volved a Yahveh, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, y él se volverá al resto que de vosotros ha quedado, a los que habéis escapado de las manos de los reyes de Asiria.

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2 Crónicas 30:6
25 Tagairtí Cros  

Cuando llegó la hora del acostumbrado sacrificio de la tarde, Elías se dirigió hasta el altar y oró: «Señor, Dios de Abraham, Isaac e Israel, demuestra que tú eres el Dios de Israel, y que yo soy tu siervo; demuestra que yo he hecho todo esto por orden tuya.


Entonces el rey Pul, es decir, Tiglat Piléser, de Asiria, invadió la tierra, pero el rey Menajem lo compró con un regalo de treinta y tres mil kilos de plata, para que lo dejara seguir siendo rey de Israel. Para conseguir esa cantidad de plata, Menajem obligó a los ricos de Israel a entregar, como impuesto, medio kilo de plata. Entonces Tiglat Piléser se regresó a su tierra.


Fue durante su reinado que el rey Tiglat Piléser, de los asirios, dirigió un ataque contra Israel. Capturó las ciudades de Iyón, Abel Betmacá, Janoa, Cedes, Jazor, Galaad, Galilea, y toda la tierra de Neftalí, y llevó al pueblo cautivo a Asiria.


»¡Señor, Dios de nuestros antepasados Abraham, Isaac e Israel, haz que tu pueblo siempre tenga el anhelo de obedecerte, y que el amor de ellos hacia ti nunca se modifique!


Por lo tanto, Dios permitió a Pul, rey de Asiria, (conocido también como Tiglat Piléser) que invadiera la tierra y desterrara a los integrantes de las tribus de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés, los cuales fueron conducidos a Jalaj, a Jabor, a Hará y al río Gozán, lugares en que se quedaron viviendo definitivamente.


Pero Tiglat Piléser, rey de Asiria, le trajo problemas al rey Acaz en vez de ayudarle.


Fueron, pues, enviadas por medio de mensajeros a todas las provincias del imperio, decretando que todos los judíos, jóvenes y viejos, mujeres y niños, debían morir el día trece del mes doce, que es el mes de Adar, y que se les quitaran todas sus propiedades.


Los mensajeros, por orden directa del rey, salieron rápidamente montados sobre los veloces caballos del rey. El mismo decreto también fue promulgado en el palacio de Susa.


»Veloz se me va la vida cargada de tragedia.


Si el Señor Todopoderoso no hubiera intervenido para salvar a unos cuantos de nosotros, habríamos sido destruidos como lo fueron Sodoma y Gomorra.


Pero la décima parte, un remanente, sobrevivirá; y aunque Israel sea invadido y destruido una y otra vez, será como árbol talado que aún conserva vida para retoñar.


Después que fueron llevados cautivos por Nabucodonosor a Babilonia el rey Jeconías, la reina madre, los dignatarios de la corte, los jefes de las tribus y los obreros calificados,


¡Oh hijos que se han alejado de mí, regresen, pues yo soy su Señor y quiero llevarlos de regreso a la tierra de Israel, uno de aquí, otro de allá, en dondequiera que estén esparcidos,


¡Oh Israel, si en verdad regresas a mí y definitivamente desechas tus ídolos, esos monigotes horribles que te has hecho,


De todos los rumbos acuden los mensajeros a decirle al rey que todo está perdido, que la ciudad ha sido completamente tomada por los enemigos.


Examinemos nuestra conducta y volvamos a ser fieles al Señor otra vez.


¡Haznos volver a ti, Señor, y volveremos! ¡Devuélvenos la alegría que antes teníamos!


Diles: “¡Se los aseguro, dice el Señor Dios, que no me complazco para nada en la muerte del impío, sino que deseo que el impío se arrepienta de sus maldades y viva! ¡Dejen de cometer maldades!, pues ¿por qué habrían de morir, oh israelitas?”.


Israel, vuelve a ser fiel al Señor, tu Dios, pues tu maldad te ha hecho caer en tan desastrosa situación.


Ese día los israelitas dirán: «¡Vengan, volvamos al Señor! Él es quien nos ha desgarrado, y él será quien nos sane.


Pero si ustedes vuelven a serme fieles devotos, entonces yo volveré a estar con ustedes en todo momento. Lo afirmo yo, el Señor Todopoderoso.


»¡No sean como sus antepasados! A ellos, los primeros profetas les rogaron en vano que dejaran de actuar de forma tan malvada. “¡Vamos, vuélvanse de nuevo en fieles devotos del Señor”, les decían en nombre del Señor. Pero no. Ellos no quisieron seguir la exhortación; no les hicieron caso a sus palabras.


Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes, inconstantes, purifiquen su corazón!


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