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2 Corintios 8:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

1 Quiero hablarles ahora sobre la gracia que Dios ha dado a las iglesias de Macedonia.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Ahora quiero que sepan, amados hermanos, lo que Dios, en su bondad, ha hecho por medio de las iglesias de Macedonia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Ahora queremos darles a conocer una gracia de Dios con que fueron favorecidas las Iglesias de Macedonia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Ahora bien hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios dada en las iglesias de Macedonia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Queremos que conozcáis, hermanos, la gracia que Dios ha otorgado a las iglesias de Macedonia:

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2 Corintios 8:1
15 Tagairtí Cros  

»El que había recibido los veinte mil presentó su informe: Señor, me diste veinte mil pesos y aquí tienes cuarenta mil.


Cuando él llegó y vio las maravillas que Dios estaba haciendo, lleno de alegría alentó a los creyentes a permanecer fieles al Señor.


Aquella noche, Pablo tuvo una visión. En el sueño vio a un varón de Macedonia que le suplicaba: «Ven y ayúdanos».


»Depués de haber estado fuera de Jerusalén por varios años, regresé para traer donativos a mi pueblo y presentar ofrendas.


Los cristianos de Macedonia y Acaya hicieron una colecta de dinero para los hermanos pobres de Jerusalén.


Pero lo que soy, lo soy por la gracia de Dios. Y su gracia no ha sido en vano, porque he trabajado más que todos ellos, si bien es cierto que no he sido yo, sino la gracia de Dios que ha obrado por medio de mí.


Cuando estuve entre ustedes y tuve necesidad, no pedí nada a nadie, porque los hermanos que llegaron de Macedonia suplieron para mis necesidades. No, jamás les he pedido nada, y jamás lo haré.


En otras palabras, el donativo que ustedes envíen es un servicio sagrado que surtirá dos efectos: ayudará a los que están en necesidad e impulsará a estos a estar muy agradecidos con Dios.


Ustedes siempre están dispuestos a ayudar; y he tenido el orgullo de decir a los hermanos de Macedonia que, hace un año, ustedes, los de Acaya, ya estaban listos para enviar una ofrenda. Y es más: el entusiasmo de ustedes fue la chispa que prendió en la mayoría de ellos el deseo de ayudar.


Me daría pena —y a ustedes también— que algunos macedonios fueran conmigo y encontraran que todavía ni siquiera han recogido la ofrenda.


Aunque soy el más pequeño de todos los que son parte del pueblo santo, Dios me concedió, por su amor, la misión de anunciar a las naciones el tesoro incalculable de Cristo.


Esa es mi tarea y lucho para realizarla con toda la fuerza y el poder que Cristo me da.


Ustedes aman a todos los hermanos que viven en Macedonia, eso es cierto. Sin embargo, les animamos a que se amen todavía más;


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