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2 Corintios 12:14 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

14 Voy a visitarlos por tercera vez, pero tampoco les costaré nada. No quiero su dinero; ¡los quiero a ustedes! Después de todo, los hijos no son los que sustentan a los padres, sino estos a sus hijos.

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Biblia Reina Valera 1960

14 He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Ahora voy a visitarlos por tercera vez y no les seré una carga. No busco lo que tienen, los busco a ustedes mismos. Después de todo, los hijos no mantienen a los padres. Al contrario, son los padres quienes mantienen a sus hijos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Ahora por tercera vez me preparo para visitarlos, y tampoco seré para ustedes una carga, pues no me intereso por lo que tienen, sino por ustedes mismos; y no son los hijos los que deben juntar dinero para sus padres, sino los padres para sus hijos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Mirad, estoy preparado para ir a vosotros por tercera vez, y no os seré una carga; porque no busco vuestras cosas, sino a vosotros; porque no están obligados a atesorar los hijos para los progenitores, sino los progenitores para los hijos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Pero tampoco ahora, que estoy a punto de visitaros por tercera vez, os seré una carga. Pues no busco vuestras cosas, sino a vosotros mismos. No son los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos.

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2 Corintios 12:14
28 Tagairtí Cros  

El fruto del justo es árbol de vida, y el que gana vidas es sabio.


El hombre bueno deja herencia a sus nietos; las riquezas del pecador se quedan para los justo.


La casa y la riqueza se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un regalo del Señor.


«Hombre mortal, profetiza contra los pastores, los jefes de Israel, y diles: Dios el Señor les dice: “¡Ay de los pastores que se alimentan a sí mismos en vez de alimentar a sus rebaños! ¿No debieran los pastores alimentar a sus ovejas?


»Jamás he codiciado el dinero ni la ropa lujosa de nadie.


Uno no puede pensar sólo en uno mismo. Hay que pensar en lo que conviene para el bien de los demás.


Esto trato de hacer yo. Procuro agradar a todo el mundo. No hago sólo lo que me gusta o conviene, sino lo que es mejor para los demás, para que así se puedan salvar.


El que tenga hambre, coma en su casa, para que Dios no los castigue por lo que hacen en sus reuniones. Las demás cuestiones las hablaremos cuando vaya a verlos.


Llegaré a visitarlos después que vaya a Macedonia.


Pero he de ir y pronto, si el Señor me lo permite, y veremos cómo hablan y si esos presumidos tienen el poder de Dios.


Si otros disfrutan de este privilegio de recibir de ustedes el sustento, ¿cuánto más deberíamos disfrutarlo nosotros? Sin embargo, jamás hemos ejercido este derecho; al contrario, soportamos todo con tal de no poner obstáculos al evangelio de Cristo.


Entonces, en estas circunstancias, ¿cuál es mi recompensa? Mi recompensa es la satisfacción de predicar el evangelio sin serle una carga económica a nadie, sin demandar mis derechos.


Aunque soy libre de todos, de todos me he hecho esclavo, para ganar a cuantos sea posible.


Estaba tan confiado en esto, que primero quise visitarlos a ustedes para serles de doble bendición,


Cuando estuve entre ustedes y tuve necesidad, no pedí nada a nadie, porque los hermanos que llegaron de Macedonia suplieron para mis necesidades. No, jamás les he pedido nada, y jamás lo haré.


Lo único que hice en las demás iglesias y no lo hice entre ustedes fue convertirme en una carga económica. ¡Perdónenme esta falta!


Hijitos míos, ¡de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo se forme en ustedes!


Por eso, queridos hermanos míos, a los que amo y extraño mucho, a ustedes que son mi alegría y mi corona les digo que se mantengan firmes en el Señor.


No digo esto para que me den más ayuda económica, sino que trato de aumentar el crédito en su cuenta.


Ustedes saben también que a cada uno de ustedes lo hemos tratado como un padre trata a sus hijos.


Es tan grande el cariño que les tenemos, que no sólo les habríamos anunciado el evangelio, sino también les habríamos dado nuestras propias vidas.


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