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1 Samuel 5:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Pero cuando los ciudadanos de la localidad fueron a verlo al día siguiente, Dagón estaba postrado con su rostro en el suelo delante del cofre del Señor. Lo volvieron a poner en su lugar,

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y cuando al siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana, he aquí Dagón postrado en tierra delante del arca de Jehová; y tomaron a Dagón y lo volvieron a su lugar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Pero cuando los ciudadanos de Asdod fueron a verla a la mañana siguiente, ¡la estatua de Dagón había caído boca abajo delante del arca del Señor! Así que levantaron a Dagón y nuevamente lo colocaron en su lugar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 A la mañana siguiente, cuando se levantaron los habitantes de Asdod, muy temprano, Dagón estaba en el suelo: estaba caído con su cara delante del arca de Yavé. Lo levantaron y lo pusieron de nuevo en su lugar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Pero cuando los de Asdod madrugaron al día siguiente, ¡he aquí Dagón postrado en tierra ante el Arca de YHVH! Y tomaron a Dagón y lo volvieron a su sitio.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Al día siguiente, se levantaron de madrugada los habitantes de Asdod y vieron que Dagón estaba caído por tierra, boca abajo, delante del arca de Yahveh. Levantaron a Dagón y lo pusieron de nuevo en su sitio.

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1 Samuel 5:3
17 Tagairtí Cros  

Ellos prepararon uno de los becerros y lo pusieron sobre el altar. Y estuvieron invocando a Baal toda la mañana. ―Baal, óyenos —gritaban, mientras saltaban alrededor del altar que habían construido. Pero no recibieron respuesta de ningún tipo.


ni palpar con sus manos y tienen pies pero no pueden caminar. Ni pueden permitir un solo sonido con su garganta.


Sean avergonzados los adoradores de ídolos, todos los que presumen de sus inútiles dioses, porque todo dios tiene que inclinarse ante él.


»Esa noche yo pasaré por la tierra de Egipto, y daré muerte a todos los primogénitos de los hombres y de los animales de Egipto, y así ejecutaré mi juicio sobre todos los dioses de Egipto; porque yo soy el Señor.


Este es el mensaje de Dios respecto a Egipto: ¡Miren! ¡Cabalgando en veloz nube el Señor viene contra Egipto! ¡Los ídolos de Egipto tiemblan, los corazones de los egipcios se derriten de miedo!


Quien sea demasiado pobre para comprar dioses así de lujosos, hallará un tronco de árbol sin podrir y pagará para que un hombre le talle el rostro, y el leño se convierte en dios suyo. ¡Un dios que ni siquiera puede moverse!


Pero van presurosos a hacerse un nuevo ídolo, el tallador corre al orfebre y el forjador ayuda en el yunque. «Muy bien», dicen, «está saliendo muy bien. Ahora podemos soldarle los brazos». Cuidadosamente le pegan las extremidades y luego aseguran el monigote en su sitio para que no se caiga.


Lo llevan en hombros y cuando lo ponen abajo, allí se queda, pues no puede moverse. Y cuando alguien le suplica no obtiene respuesta, pues no puede sacarlo de apuros.


Los hombres más sabios, pero que adoran ídolos, en realidad son tontos e insensatos.


El Señor les hará cosas terribles. Destruirá todos los dioses de las potencias extranjeras, y luego todos los habitantes de la tierra, hasta los que viven muy lejos, rendirán homenaje al Señor, cada uno en su propio país.


Cada vez que los endemoniados lo veían, caían de rodillas ante él gritando: ―¡Tú eres el Hijo de Dios!


El cofre estuvo en el país de los filisteos durante siete meses en total.


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