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1 Samuel 2:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 »Dejen de actuar con tanto orgullo y arrogancia; el Señor sabe lo que ustedes han hecho, y él juzgará sus acciones.

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Biblia Reina Valera 1960

3 No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 »¡Dejen de ser tan orgullosos y altaneros! ¡No hablen con tanta arrogancia! Pues el Señor es un Dios que sabe lo que han hecho; él juzgará sus acciones.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Basta de palabras altaneras, no salga más la arrogancia de su boca. Yavé es un Dios que todo lo sabe, él es quien pesa las acciones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 No multipliquéis palabras altaneras; Ni salga arrogancia de vuestra boca; Porque YHVH es Dios de sabiduría, Y Él sopesa las acciones.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 No multipliquéis palabras altaneras, no salga de vuestra boca la insolencia, porque Dios sapientísimo es Yahveh, a él toca pesar las acciones.

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1 Samuel 2:3
26 Tagairtí Cros  

escúchalos desde los cielos, perdónalos y responde en favor de todos los que hayan hecho una confesión sincera; porque tú conoces cada corazón.


que Dios me pese en una balanza justa y así sabrá que soy inocente.


¡Cuán grande es él! ¡Su poder es absoluto! Su entendimiento no tiene fronteras.


Son despiadados y arrogantes. Escúchalos alardear.


Que sean silenciados sus labios mentirosos, porque hablan contra los justos con orgullo, desdén e insolencia.


¿no lo sabría Dios? Sí, él conoce los secretos de cada corazón.


Que no levantaran su puño desafiando a los cielos o que hablaran con orgullo.


¡Escucha su arrogancia! ¡Cómo se vanaglorian estos malvados!


El hombre piensa que es justo lo que él hace, pero el Señor juzga los motivos.


Pues aunque digas que no sabías nada, el que conoce los corazones, el que vigila tu vida, sí lo sabrá. Él paga a cada uno según sus obras.


El que teme al Señor aborrece el mal; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el hablar perverso.


Pero el camino de los buenos no es áspero ni empinado; Dios no les da una senda traicionera y áspera, sino una que ha sido por él mismo allanada.


¿De quién te has burlado y mofado tú? ¿A quién has injuriado? ¿Contra quién enfilaste tu violencia y orgullo? ¡Fue contra el Santo de Israel!


Sólo el Señor lo conoce, porque el examina con cuidado todos los corazones y examina los más ocultos móviles de las personas para poder dar a cada cual su recompensa según sus hechos, según como haya vivido.


Diciendo esto, te vanagloriaste con grandes palabras presuntuosas contra el Señor. ¡Y yo las he oído todas!


»Ahora yo, Nabucodonosor, elogio y reconozco y respeto al Rey del cielo porque todas sus obras son rectas y buenas. Él es capaz de humillar a los orgullosos».


Téquel significa “pesado”; usted ha sido pesado en la balanza de Dios y no ha pasado la prueba.


»La actitud de Judá hacia mí ha sido orgullosa y arrogante. Lo digo yo, el Señor. Pero ustedes se atreven a preguntar: “¿Qué cosas malas hemos dicho contra ti?”.


La palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que una espada de dos filos que penetra hasta lo más profundo de nuestro ser, y examina nuestros más íntimos pensamientos y los deseos de nuestro corazón.


―El Señor Dios de los dioses, sí, el Señor Dios de los dioses sabe que no hemos edificado el altar en rebeldía contra él. Él sabe (y que lo sepa todo Israel también) que nosotros no hemos edificado el altar para ofrecer holocaustos, ofrendas de harina o sacrificios de paz. Que la maldición de Dios caiga sobre nosotros si hemos tenido tal intención.


Y a los hijos de esa mujer los heriré de muerte. Así sabrán todas las iglesias que yo escudriño la mente y el corazón y que a cada uno le doy su merecido.


Entonces Zebul se volvió triunfante hacia él: ―Ahora, dime, ¿qué es lo que habías dicho? ¿Quién era el que decía “¿Quién es Abimélec y por qué debe ser nuestro rey?”. Los hombres que insultaste y maldijiste están ahora a las afueras de la ciudad.


Pero el Señor le dijo: ―No juzgues al hombre por su apariencia. No, no es este. Yo no escojo como los hombres lo hacen. Los hombres juzgan por la apariencia exterior, pero yo miro el corazón.


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