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1 Samuel 2:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

1 Esta fue la oración de Ana: «¡Cuánto me ha bendecido! Ahora tengo respuesta para mis enemigos, porque el Señor ha resuelto mi problema. ¡Cuánto se goza mi corazón!

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Biblia Reina Valera 1960

1 Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Luego Ana oró: «¡Mi corazón se alegra en el Señor! El Señor me ha fortalecido. Ahora tengo una respuesta para mis enemigos; me alegro porque tú me rescataste.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Entonces Ana pronunció este cántico: 'Mi corazón se alegra con Yavé, lleno de fuerza me siento con Yavé; ya puedo responder a mis enemigos porque me salvaste, y soy feliz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y Ana oró, diciendo: ¡Mi corazón se alegra en YHVH! ¡Mi fuerza° se exalta en YHVH! ¡Mi boca se sobrepone a mis enemigos, Por cuanto me regocijo en tu salvación!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Entonces Ana hizo esta plegaria: 'Salta de júbilo mi corazón por Yahveh, mi poder se exalta en Yahveh; mi boca se abre contra mis enemigos, pues me he alegrado con tu ayuda.

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1 Samuel 2:1
37 Tagairtí Cros  

Luego regresaron a Jerusalén, con Josafat al frente, llenos de gozo porque el Señor los había salvado de sus enemigos.


»Aquí me siento vestido con ropa de penitencia, y al polvo he arrojado toda esperanza.


Él es mi fortaleza y mi canción; mi victoria es él.


Pero yo, desde ya, confío en tu gran amor. Me gozo porque tú me has salvado.


Él ha hecho fuerte a su pueblo; ha honrado a sus fieles, su pueblo cercano. ¡Alabado sea el Señor!


El Señor es mi fortaleza, mi roca y mi salvación; mi Dios es la roca en la que me refugio. Él es mi escudo, el poder que me salva.


Que haya griterío de júbilo cuando sepamos la noticia de tu victoria; que se agiten las banderas en alabanza a Dios por todo lo hecho en favor tuyo. Que él responda a todas tus plegarias.


Porque le has dado cuanto su corazón anhelaba, todo cuanto te pidió.


Pero yo me regocijaré en el Señor. Él me librará.


Abre mis labios, Señor para que pueda alabarte.


Por eso no puedo dejar de alabarte; todo el día te alabaré y te honraré.


Aniquilaré la altivez de todos los impíos, y exaltaré el poder de los justos.


Tú eres su fuerza gloriosa. ¡Nuestro poder se funda en tu favor!


Sí, nuestra protección viene del Señor, y él, el Santo de Israel, es nuestro rey.


Mi fidelidad y mi gran amor lo acompañarán, y por mí su poder se levantará.


Sálvame, para que pueda alabarte públicamente en presencia del pueblo en las puertas de Jerusalén, y pueda regocijarme porque me has rescatado.


Tú me has dado vigor como de toro salvaje. ¡Cómo me han reconfortado tus bendiciones!


Llenos de júbilo, Moisés y el pueblo de Israel cantaron este himno al Señor: Cantaré al Señor, porque obtuvo un triunfo extraordinario, pues arrojó caballos y jinetes al mar.


entonó este cántico: Cantemos al Señor, porque obtuvo un triunfo extraordinario, pues arrojó caballos y jinetes al mar.


Esta es la oración que compuso el profeta Habacuc, para que sea cantada:


yo me regocijaré en el Señor y me alegraré en el Dios que nos salva.


Nos envió un poderoso salvador, que desciende del rey David, su siervo.


Y además de todo esto, también nos sentimos orgullosos en Dios, gracias a nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos sido reconciliados con Dios.


Es como un toro joven con toda su fortaleza y esplendor, con los cuernos fuertes de un búfalo para pelear contra las naciones de la tierra. Esta es mi bendición para las multitudes de Efraín y para los millares de Manasés».


Porque los verdaderos circuncidados somos nosotros, los que por medio del Espíritu adoramos a Dios y nos llenamos de orgullo de pertenecer a Cristo Jesús. Nosotros no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos.


Alégrense siempre en el Señor. Se lo repito: ¡Alégrense!


No se angustien por nada; más bien, oren; pídanle a Dios en toda ocasión y denle gracias.


Ustedes aman a Jesucristo a pesar de que no lo han visto; y aunque ahora no lo ven, creen en él y se llenan de una gran alegría,


Pero tú, cielo, regocíjate por lo que ha sucedido. Y regocíjense también los santos, los profetas y los apóstoles, porque al castigar a la gran ciudad, Dios les está haciendo justicia a ustedes».


Penina empeoraba la situación burlándose de Ana a causa de su esterilidad.


Todos los años era igual: Penina se burlaba y se reía de ella cuando iban a Siló, y la hacía llorar tanto que Ana no podía comer.


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