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1 Reyes 8:11 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

11 Debido a la nube, los sacerdotes no pudieron quedarse para celebrar el culto, pues la gloria del Señor llenaba todo el templo.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Los sacerdotes no pudieron seguir con la celebración a causa de la nube, porque la gloriosa presencia del Señor llenaba el templo del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Los sacerdotes no pudieron continuar su servicio litúrgico debido a la nube, porque la Gloria de Yavé ocupaba toda la Casa de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 y los sacerdotes no pudieron continuar ministrando por causa de la nube, porque la gloria de YHVH había llenado la Casa de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 de manera que los sacerdotes no pudieron quedarse allí para su ministerio a causa de la nube, pues la gloria de Yahveh había llenado el templo de Yahveh.

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1 Reyes 8:11
22 Tagairtí Cros  

Y cuando los sacerdotes salieron del Lugar Santo, una nube brillante llenó el templo del Señor.


Entonces el rey Salomón oró diciendo: «Señor, tú dijiste que vivirías en la oscuridad más densa; pero, Señor, yo te he edificado esta hermosa casa, para que vivas en ella para siempre».


Que volvamos a ver tus milagros; que nuestros hijos vean maravillas; como las que antes hacías.


Allí me reuniré con el pueblo de Israel, y el santuario será santificado por mi gloria.


Entonces la nube cubrió el santuario, y la gloria del Señor lo llenó.


Moisés no pudo entrar a causa de la nube que estaba allí, y de la gloria del Señor que llenaba el santuario.


¡Yo vi al Señor el año que murió el rey Uzías! Ocupaba un trono sublime, y el templo estaba lleno de su gloria.


Luego la magnífica presencia del Señor se alzó desde los querubines, donde estaba asentada, y se trasladó a la puerta del templo. El templo estaba lleno de la magnífica presencia, que se veía como una nube, y el atrio del templo se llenó también del esplendor de la magnífica presencia del Señor.


Y de repente la presencia majestuosa del Dios de Israel apareció del lado oriente. El sonido de su venida era como el estrépito de caudalosas aguas y todo el horizonte resplandeció con su presencia majestuosa.


»Luego me condujo a través del pasillo de entrada del norte hasta el frente del templo. Miré y vi la presencia majestuosa del Señor que llenaba el templo, y caí rostro en tierra».


Moisés y Aarón entraron al santuario. Cuando salieron, bendijeron nuevamente al pueblo, y la gloria del Señor se apareció delante de toda la congregación.


Moisés les dijo: «Si ustedes cumplen con todo lo que el Señor les ha pedido, entonces él les mostrará su gloria».


Haré temblar a todas las naciones y estas desearán venir a este templo trayendo todas sus riquezas. Entonces este lugar resplandecerá y tendrá gran fama porque yo estaré en él. Lo digo yo, el Señor Todopoderoso.


Y la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que le pertenece al Hijo único del Padre, en el que abundan el amor y la verdad.


Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, elevó los ojos al cielo y contempló la gloria de Dios y a Jesús a la derecha de Dios.


El pueblo de Israel fue adoptado como hijo de Dios. El Señor le mostró su gloria divina; le dio los pactos, la ley, el culto y las promesas.


Así que todos nosotros, con el rostro descubierto, reflejamos la gloria del Señor como si fuéramos espejos. Y el Espíritu del Señor nos va transformando de gloria en gloria, y cada vez nos parecemos más a él.


Porque Dios, que dijo: «Resplandezca la luz en las tinieblas», hizo brillar su luz en nuestros corazones y nos ha hecho comprender que es el resplandor de su gloria lo que brilla en el rostro de Cristo.


Brillaba con la gloria de Dios, resplandecía como piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.


La ciudad no necesita que el sol ni la luna la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.


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