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1 Reyes 22:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

6 Entonces el rey Acab convocó a sus cuatrocientos profetas paganos y les preguntó: ―¿Atacaremos a Ramot de Galaad? Y ellos respondieron: ―Sí, vayan, porque el Señor les ayudará a conquistarla.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, como cuatrocientos hombres, a los cuales dijo: ¿Iré a la guerra contra Ramot de Galaad, o la dejaré? Y ellos dijeron: Sube, porque Jehová la entregará en mano del rey.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Así que el rey de Israel convocó a los profetas, unos cuatrocientos en total, y les preguntó: —¿Debo ir a pelear contra Ramot de Galaad o desistir? Todos ellos contestaron: —¡Sí, adelante! El Señor dará la victoria al rey.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 El rey de Israel reunió a los profetas, eran cerca de cuatrocientos, y les dijo: '¿Debo atacar a Ramot de Galaad o debo renunciar a ello?' Le respondieron: 'Dirígete allá, que el Señor la pondrá en manos del rey'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Entonces el rey de Israel convocó a los profetas, unos cuatrocientos hombres, y les preguntó: ¿Iré a la guerra contra Ramot de Galaad o desistiré? Y ellos respondieron: ¡Sube, porque Adonay la entregará en mano del rey!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Reunió el rey de Israel a los profetas, unos cuatrocientos, y les preguntó: '¿Debo ir a atacar a Ramot de Galaad o debo renunciar?'. Y le respondieron: 'Sube; que el Señor la entregará en manos del rey'.

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1 Reyes 22:6
22 Tagairtí Cros  

―¿Qué piensan ustedes que debo hacer? ¿Qué le debo decir a esta gente que vino a pedirme que los tratara mejor de lo que los trató mi padre? —les preguntó.


Ahora, convoca a todo el pueblo de Israel. Diles que vayan al monte Carmelo, junto con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de la diosa Aserá, que tienen el apoyo de Jezabel.


Entonces Acab convocó a todo el pueblo y a los profetas en el monte Carmelo.


Entretanto, todos los profetas seguían dando sus profecías delante de los dos reyes, que estaban con sus vestiduras reales, sentados en los tronos colocados en la era junto a la puerta de la ciudad.


Cuando llegaron, el rey le preguntó a Micaías: ―Micaías, ¿subiremos a atacar a Ramot de Galaad, o no? ―¡Sí, por supuesto! ¡Sigan adelante! —le dijo Micaías—. Tendrás una gran victoria, porque el Señor te hará vencedor.


Pero —añadió—, debemos consultar al Señor primero, para estar seguros si esto es lo que él quiere que hagamos.


Convoquen a todos los profetas y sacerdotes de Baal, y reúnan a todos sus adoradores. Asegúrense de que no falte ninguno, porque nosotros los adoradores de Baal vamos a hacer una gran celebración en su honor. Cualquiera de los adoradores que no venga, morirá». Jehú estaba invitando a esto, pues su plan era matar a todos los adoradores de Baal.


―No quiero nada contigo —le dijo Eliseo al rey Jorán, de Israel—. Ve y pregúntales a los falsos profetas de tu padre y de tu madre. Pero Jorán le respondió: ―No, porque es el Señor quien nos ha traído aquí para ser destruidos por el rey de Moab.


Cuando llegó a la presencia del rey, este le dijo: ―Micaías, ¿debemos ir a la guerra en contra de Ramot de Galaad o no? Y Micaías le respondió: ―¡Claro que sí! ¡Vayan y obtendrán una gloriosa victoria!


Es más: ¿crees que he venido acá sin que el Señor me dijera que me apoderara de esta tierra? El Señor me dijo: “Ve y destrúyela”».


los profetas anunciando mentiras y los sacerdotes muy contentos apoyándolos. Y al pueblo parece que le gusta esta situación. ¡¿Dónde irá a parar toda esta locura?!


Sus mentiras han desalentado a los justos, cuando yo no lo quería. Y sus mentiras han alentado a los perversos prometiéndoles vida, aunque continúan viviendo cometiendo toda clase de maldades.


»Cuídense de los falsos maestros que se les acercan disfrazados de ovejas, pero en realidad son lobos capaces de destrozarlos.


Llegará el momento en que la gente no querrá escuchar la sana enseñanza, sino que, guiada por sus propios deseos, se rodeará de maestros que le digan lo que desea oír.


Y la bestia cayó presa, y con ella el falso profeta que podía realizar milagros en presencia de la bestia. Con esos milagros había engañado a los que aceptaron la marca de la bestia y adoraron su imagen. Los dos fueron arrojados vivos en el lago de fuego que arde con azufre.


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