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1 Reyes 22:26 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

26 Entonces el rey Acab ordenó que arrestaran a Micaías. ―Llévenlo a Amón, el jefe de la ciudad, y a mi hijo Joás.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Entonces el rey de Israel dijo: Toma a Micaías, y llévalo a Amón gobernador de la ciudad, y a Joás hijo del rey;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 «¡Arréstenlo! —ordenó el rey de Israel—. Llévenlo de regreso a Amón, el gobernador de la ciudad, y a mi hijo Joás.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Entonces tomó la palabra el rey: 'Detengan a ese hombre y entréguenselo a Amón, gobernador de la ciudad, y a Joás, hijo del rey.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Entonces dijo el rey de Israel: Toma a Micaías y hazlo volver a Amón, príncipe de la ciudad, y a Joás, hijo del rey,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 El rey de Israel ordenó: 'Prende a Miqueas, lleváselo a Amón, gobernador de la ciudad, y a Joás, hijo del rey,

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1 Reyes 22:26
9 Tagairtí Cros  

Y Micaías le respondió: ―Recibirás la respuesta a tu pregunta cuando andes escondiéndote de habitación en habitación.


Díganles que yo he ordenado que pongan a este individuo en la cárcel, y lo alimenten con pan y agua, sólo lo suficiente para que siga vivo hasta que yo regrese en paz.


Entonces el rey Acab llamó a uno de sus sirvientes y le dijo: ―Ve a buscar a Micaías. ¡Date prisa!


Entonces envió a un oficial con cincuenta soldados, a arrestarlo. Lo encontraron sentado en la cumbre de una colina. El capitán le dijo: ―Varón de Dios, el rey nos ha mandado a que te llevemos ante él.


¡Díganles que yo ordeno que pongan a este sujeto en prisión y lo alimenten a pan y agua hasta que yo regrese a salvo de esta batalla!


Entonces el rey ordenó a Jeramel, su hijo, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdel, que detuvieran a Baruc y a Jeremías. Pero el Señor los ocultó.


¡Alégrense mucho, porque en el cielo les espera una gran recompensa! Así fue como persiguieron a los profetas antiguos.


Reconcíliate con tu enemigo de inmediato antes que sea demasiado tarde, te lleve a juicio y te arrojen en la cárcel.


Cuando Pablo se puso a hablar sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix tuvo miedo. Entonces le dijo: «¡Basta, es suficiente por ahora! Puedes retirarte. Cuando tenga tiempo te volveré a llamar».


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