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1 Reyes 21:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Pero Nabot respondió: ―Eso jamás sucederá, pues el Señor me prohíbe venderle la propiedad que ha pertenecido a mi familia durante generaciones.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

3 Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Pero Nabot respondió: —El Señor me libre de entregar la herencia que me dejaron mis antepasados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Nabot respondió a Ajab: '¡Líbreme Yavé de abandonar la herencia de mis padres!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Pero Nabot dijo a Acab: ¡Guárdeme YHVH de darte la heredad de mis padres!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Pero Nabot respondió a Ajab: '¡Líbreme Yahveh de entregarte la heredad de mis padres!'.

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1 Reyes 21:3
22 Tagairtí Cros  

―No —dijo José—. Solamente el hombre que robó la copa será mi esclavo. Todos los demás pueden regresar en paz a su tierra y a su padre.


―¿Qué dice? —le preguntaron—. ¿Qué clase de personas piensa que somos, que nos acusa de un delito tan grande?


Nunca jamás les daré la razón; hasta que muera, afirmaré mi inocencia.


Y el príncipe jamás puede tomar la propiedad de alguno por la fuerza. Si da propiedades a sus hijos, debe ser de su propia tierra, porque yo no quiero que mi pueblo pierda su propiedad y tenga que emigrar por esa causa”».


»Recuerden, la tierra es mía, de modo que no pueden venderla definitivamente. Ustedes son solamente arrendatarios y tendrán la tierra a su cargo.


Pueden casarse con quienes quieran, siempre que sea dentro de su tribu. De esta manera, ninguna parte de la tierra de su tribu pasará a otra tribu, ya que la tierra debe pertenecer permanentemente a la tribu a la que fue asignada en el principio.


De este modo, la tierra no pasará de una tribu a otra».


¿Quiere decir esto que si tenemos fe la ley no tiene valor alguno? ¡Por supuesto que no! Más bien, reafirmamos la ley.


¡Por supuesto que no! Aunque el mundo entero sea mentiroso, Dios no lo es. ¿Recuerdan lo que está escrito?: «Serás considerado justo por lo que dices y saldrás victorioso cuando te sometan a juicio».


¡Dios nos libre! Si así fuera, ¿cómo podría Dios juzgar al mundo?


Entonces, como ya no vivimos bajo la ley sino bajo la gracia de Dios, ¿podemos pecar? ¡Claro que no!


¡Por supuesto que no! Los que ya hemos muerto para el pecado, ¿cómo vamos a seguir viviendo en pecado?


¿Y acaso lo que era bueno causó mi muerte? ¡De ninguna manera! No; el pecado usó lo que era bueno para causarme la muerte. Así que, utilizando el mandamiento bueno, el pecado se mostró con toda su maldad.


¿Es que acaso estoy dando a entender que la ley de Dios es pecado? ¡Claro que no! La ley no es pecado, pero fue la ley la que me enseñó que en mí había pecado. Jamás me habría dado cuenta de lo que es codiciar si la ley no me hubiera dicho: «No codiciarás».


¿No comprenden que sus cuerpos son miembros de Cristo? ¿Tomaremos un miembro de Cristo y lo uniremos a una prostituta? ¡Jamás!


En cuanto a mí, ¡Dios me libre de jactarme de otra cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo! Por él, el mundo fue crucificado para mí, y yo para el mundo.


Lejos esté de nosotros el apartarnos del Señor, o de rebelarnos contra él construyendo otro altar para los holocaustos, para las ofrendas de harina y para los sacrificios. Solamente el altar que está delante del santuario puede ser usado para ello”.


Entonces el pueblo respondió: ―¡Jamás abandonaremos al Señor ni adoraremos a otros dioses!


En cuanto a mí, lejos esté de mí el pecar contra el Señor dejando de orar por ustedes. Yo les seguiré enseñando lo que es bueno y correcto.


―Jamás haré lo que me sugieren, —dijo a sus hombres—. Es un grave pecado agredir al rey escogido de Dios.


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