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1 Reyes 20:39 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

39 Cuando el rey pasó, el profeta lo llamó y le dijo: ―Señor, yo estaba en la batalla, y un hombre me entregó un prisionero y dijo: “Cuida a este hombre; si él se va, morirás, o me tendrás que dar treinta mil monedas de plata”.

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Biblia Reina Valera 1960

39 Y cuando el rey pasaba, él dio voces al rey, y dijo: Tu siervo salió en medio de la batalla; y he aquí que se me acercó un soldado y me trajo un hombre, diciéndome: Guarda a este hombre, y si llegare a huir, tu vida será por la suya, o pagarás un talento de plata.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

39 Cuando el rey pasó, el profeta lo llamó: —Señor, yo estaba en lo más reñido de la batalla, cuando de pronto un hombre me trajo un prisionero y me dijo: “Vigila a este hombre; si por alguna razón se te escapa, ¡pagarás con tu vida o con una multa de treinta y cuatro kilos de plata!”;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

39 Cuando pasaba el rey, le gritó: 'Llegué al campo de batalla justo cuando otro se retiraba. Me encargó a un prisionero diciéndome: Vigila bien a este hombre, porque si se escapa pagarás con tu vida o me darás un talento de plata.

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La Biblia Textual 3a Edicion

39 Y sucedió que cuando el rey pasaba, aquél gritó al rey y dijo: ¡Tu siervo estuvo en medio de la batalla, y he aquí, uno se apartó trayéndome a un hombre, y dijo: Guarda a este hombre, porque si llega a escapar, tu vida responderá por la suya, o tendrás que pesar° un talento de plata.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

39 Cuando pasaba el rey, le gritó: 'Tu siervo se dirigía al centro del combate, cuando un hombre que había abandonado las filas traía hacia mí a otro hombre y me decía: 'Ten cuidado de este hombre: si llegara a faltar, tu vida responderá por la suya, o pagarás un talento de plata'.

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1 Reyes 20:39
14 Tagairtí Cros  

Pero mientras yo estaba ocupado en otra cosa, el prisionero desapareció. ―Bueno, es culpa tuya —respondió el rey—. Tendrás que pagar.


El profeta le dijo: ―El Señor ha dicho: “Por cuanto tú has salvado la vida del hombre que yo dije que debería morir, tú morirás en su lugar, y tu pueblo morirá en lugar del suyo”.


Cuando los sacerdotes de Baal comenzaron a ofrecer sacrificios y holocaustos, Jehú rodeó el edificio con ochenta de sus hombres y les dijo: «Si dejan escapar a alguno, lo pagarán con sus vidas».


¡Cuidado! No dejes que tu ira contra el prójimo te lleve a burlarte de Dios. No permitas que tus sufrimientos te amarguen en contra del único que puede librarte.


Pero nadie puede salvar a nadie de la muerte, pagándole rescate a Dios por su vida.


a menos que los parientes del muerto acepten la indemnización que los jueces determinen.


El rico puede salvar su vida con sus riquezas, pero al pobre ni siquiera lo amenazan.


No aceptará ningún desagravio, ni perdonará por muchos regalos que se le ofrezca.


¡Malditos quienes refrenan sus espadas de derramar la sangre de ustedes, negándose a realizar la obra que el Señor les ha encomendado!


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