1 Reyes 20:27 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008
27 El rey Acab, por su parte, conformó su ejército, estableció la línea de aprovisionamiento, y salió a ofrecer batalla; pero los israelitas parecían un par de rebaños de cabritos, en comparación con las fuerzas sirias que llenaban todo el campo.
27 Los hijos de Israel fueron también inspeccionados, y tomando provisiones fueron al encuentro de ellos; y acamparon los hijos de Israel delante de ellos como dos rebañuelos de cabras, y los sirios llenaban la tierra.
27 Entonces Israel reunió a su ejército, montó líneas de abastecimiento y salió a pelear. Pero el ejército de Israel parecía dos pequeños rebaños de cabras en comparación con el inmenso ejército arameo, ¡que llenaba la campiña!
27 También se pasó revista a los israelitas, recibieron víveres y avanzaron al encuentro de los arameos. Los israelitas acamparon frente a ellos como si fueran dos rebaños de cabras, mientras que los arameos repletaban toda la llanura.
27 Y los hijos de Israel fueron convocados; y provistos de raciones, les salieron al encuentro, pero cuando acamparon frente a ellos, los hijos de Israel eran como dos pequeños rebaños de cabritos, mientras que los sirios llenaban el campo.
27 Los israelitas, una vez revistados y avituallados, fueron a su encuentro. Los israelitas acamparon frente a ellos. Parecían dos rebaños de cabras, mientras que los arameos llenaban la tierra.
Inmediatamente el rey Jorán convocó a todo Israel, y envió este mensaje al rey Josafat, de Judá: ―El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Me ayudarás a pelear contra ellos? ―Desde luego que sí —contestó Josafat—. Mi pueblo y mis caballos son tuyos, y están a tus órdenes. ¿Cuáles son tus planes de batalla? ―Atacaremos desde el desierto de Edom —respondió Jorán.
Volví a mirar por toda la tierra y descubrí que no siempre el más veloz gana la carrera, ni el más fuerte la batalla; que los sabios suelen ser pobres y los hombres diestros no son por fuerza famosos; todo es cuestión de suerte; de estar en el sitio adecuado en el momento oportuno.
¿Cómo podría un solo enemigo perseguir a mil, y dos poner en fuga a diez mil; a menos que la Roca los haya abandonado, a menos que el Señor los haya destruido?
para que el pueblo se preparara para cruzar el río Jordán. Les dijo: «Dentro de tres días cruzaremos y conquistaremos la tierra que el Señor nos ha dado y viviremos en ella».
Las hordas enemigas llegaban montadas en camellos en un número tan grande que no se podían contar, y se quedaban hasta que la tierra había quedado completamente destruida y saqueada.
Los numerosos ejércitos de Madián, Amalec y otras naciones del oriente que se les habían unido estaban esparcidos a través del valle, numerosos como langostas, como la arena de la playa, y tenían tantos camellos que era difícil de contar.
Después que Gedeón reunió todos los jarrones y trompetas del pueblo que tenían entre ellos, envió a todos los hombres a sus casas, excepto los trescientos. Durante la noche, con los madianitas acampados en el valle que estaba debajo, el Señor le dijo a Gedeón: «Levántate, toma a tus soldados y ataca a los madianitas, porque yo haré que los derrotes.