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1 Reyes 2:44 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

44 Y, ¿qué de aquellos males que le causaste a mi padre, el rey David? ¡Que el Señor te castigue por tu maldad,

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Biblia Reina Valera 1960

44 Dijo además el rey a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho volver el mal sobre tu cabeza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

44 El rey también le dijo: «Seguramente recordarás todas las maldades que le hiciste a mi padre David. Que ahora el Señor traiga todo ese mal sobre tu cabeza;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

44 El rey dijo además a Simei: 'Tú sabes el mal que hiciste a mi padre David y todas las desgracias que pediste para él. Ahora, Yavé hace recaer sobre tu cabeza la desgracia,

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La Biblia Textual 3a Edicion

44 El rey dijo además a Simei: Tú sabes toda la maldad que cometiste contra mi padre David, y tu mismo corazón lo reconoce. YHVH, pues, ha vuelto tu maldad sobre tu cabeza,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

44 Y siguió diciendo el rey a Semeí: 'Bien sabes tú todo el mal que hiciste a mi padre David, y tu corazón lo reconoce. Ahora, pues, Yahveh hará recaer tu maldad sobre tu cabeza.

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1 Reyes 2:44
14 Tagairtí Cros  

Entonces, ¿por qué no has respetado el acuerdo a que llegamos? ¿Por qué no obedeciste mi orden?


Cuando Atalía, la madre de Ocozías, rey de Judá, supo que su hijo había muerto, hizo matar a todos los hijos del rey.


Entonces Joyadá sacó al joven príncipe, le puso la corona en la cabeza y le dio una copia del pacto. Luego le derramó aceite sobre la cabeza y lo declaró rey de Judá. Todos aplaudieron y gritaron: «¡Que viva el rey!».


Así sea el castigo del Señor sobre mis enemigos que me calumnian y me amenazan de muerte.


Que la violencia que pensó para el prójimo, se vuelva contra él.


Al malvado lo tienen atrapado sus propios pecados, son cuerdas que lo atan y retienen.


»El Señor Dios dice: “¡Les aseguro que lo castigaré por despreciar el juramento solemne que él hizo en mi nombre!


Y así se cumple aquello de que “cual el sacerdote, tal el pueblo”, y como los sacerdotes son malvados, el pueblo lo es también. Por lo tanto yo castigaré tanto a los sacerdotes como al pueblo por sus hechos malvados.


Al oír esto, los más viejos comenzaron a irse, y luego poco a poco los demás también se fueron. Sólo la mujer seguía allí y Jesús se quedó solo con ella.


Ellos muestran que la ley de Dios está escrita dentro de ellos mismos; su conciencia los acusa a veces, y a veces los excusa.


Y aunque la conciencia nos acuse, Dios es más grande que nuestro corazón y él sabe todas las cosas.


Cuando David oyó que Nabal había muerto, dijo: «Alabado sea el Señor, porque ha pagado a Nabal por su insulto y ha impedido que yo lo haga por mí mismo. Ya ha recibido su castigo por sus pecados». David no perdió tiempo y envió mensajeros a Abigaíl pidiéndole que fuera su esposa.


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